Entre mis recuerdos de niñez están los cuentos de mis abuelos; y en uno de esos que se me quedó grabado para toda
la vida era el hambre que pasaron de niños cuando la dictadura los golpeo con
tanta fuerza y tristeza.
Recuerdo que mi abuela decía “mi
mamá hacía sopa, tres topochos en una inmensa olla repleta de agua y con aliños,
varios huesos de red, que se cocinaba muy bien en leña con un poco de orégano y culandros. Su madre como muy buena
administradora, después que bajaba la olla del fogón sacaba los huesos para
hacer otra sopa para otra ocasión, y con esos huesos hacían hasta cinco veces
sopa”.
En mi imaginación de niña pensé
que a lo mejor mi abuela era exagerada, cómo podía ser verdad si apenas podía
escribir su nombre. Tenía que caminar muchos kilómetros a pie para llegar al
pueblo más cercano y comprar algunas telas que hacían falta para hacerse una falda, porque las verduras
y los aliños los obtenían del conuco que
ella misma con otras mujeres sembraban en el amanecer.
Hoy en día, ya esa leyenda que
era mía, resulta que es verdad, pues, ya he visto muchos hogares que sacan los
huesos de la sopa para dejarla para otra sopa, que sólo comen una vez al día y
que la dieta alimenticia es cazabe y un huevo diario si acaso.
¡Cómo llora el pueblo por el
hambre, cómo se lamenta el pueblo añorando aquellos días que ser pobre era comer
arroz con caraota, dos huevos fritos y ralladura de queso para el almuerzo y el desayuno y la cena era arepa con que so rayado y una taza de café con leche.
De niña nunca me faltó las acostumbradas arepas con queso, las domplinas o los panes, ahora soló cenamos y desayunamos arroz con un poco de mantequilla. Y por lo menos desayunamos, quizás hacemos más sacrificio porque tengo los niños todavía pequeños.
El sueldo no nos alcanza para nada. Y mi padre nos mantuvo con su sueldo de soldador (nosotros éramos en total ocho personas en casa), hizo su casa y mantenía a mi abuelos. Resulta que hoy en día para mantener una casa tiene que haber tres o cuatro sueldo, solo para comer.
Escribe Hogareña