V ANIVERSARIO: ENTRE PÉTALOS DE ROSAS
- Ella está allí, con tres pétalos de rosas muerta -dijo él.
- No, no, no, no está muerta, sólo está dormida, mírala, aún respira -contestó el acompañante observándola detenidamente.
El visitante se terció el saco lleno de rosas, que había arrancado durante la mañana, miró a los alrededores asegurándose que no se le había olvidado algo. Luego agregó:
- Con caricias y besos no se hace el amor verdadero, es necesario alimentarse.
El hombre solitario siguió el sendero a colinas arriba perdiéndose entre los frondosos árboles. Mientras el acompañante se quedó mirando la rareza de aquella mujer resguardada entre pétalos de rosas, se acercaba lentamente y le acariciaba su cabellera:
- Aún respira, pues la dulce miel te salvará -Le dijo a la mujer como si ésta escuchara.
Pasaron días y noches, y el hombre cuidó de aquella rareza, en aquel lugar donde la encontró, sin moverla, sin lastimarla, sin hacerla sentir incómoda. Miraba al resplandeciente sol para decirle a las rosas:
- Yo la he alimentado cada día, como manda mi religión y no despierta.
Y sintió que alguien le susurraba al oído, más bien el viento:
- Otra vez está equivocado, no es sacrificio amigo mío, te falta la esencia de la alegría, tienes que sonreír, ese amor que salga de tu pecho, deja la soberbia y entrégate con el alma, ni la cobija de rosas, ni la dulce miel harán que ella despierte...
El hombre interrumpió para agregar:
- ¡Ah! Yo nací así todo tosco y nadie me puede cambiar...
- Esas palabras... así como hablas y piensa... jamás despertará, ella dormirá toda la vida, sin deseos de levantarse, se marchitará lentamente y nunca le verás sus ojos.
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Hogareña
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