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martes, 4 de septiembre de 2018

DÍA CUALQUIERA

Ayer salí a comprar algunas cosas para el almuerzo y los precios subieron más del doble, pues solo compré un producto, y eso que había realizado una lista.

Luego, llamé a una prima y me dice que está luchando para conseguir la comida del día. Es una lucha increíble para un kilo de arroz o yuca con sardina o huesos. Ella es una mujer luchadora que tenía un abasto en su casa y con eso vivían bien. Ahora vende helado en el mercado donde tiene que pagarle a los colectivos y policías para que la dejen vender treinta helados.

Que tan difícil es conseguir a una amiga en la calle que lo único que te habla es que no tiene para comer. Que vende chupetas caseras que nadie compra, que limpian casas que no alcanza para nada y que sus hijos adolescentes salen a calle a rebuscarse aunque sea limpiando patio.

Qué difícil es ver las incansables colas de viejitos en este tremendo sol tratando de cobrar la pensión, el corazón se me desgarró, y no solo el sol, sino también que tuvieron que amanecer en la calle, con hambre, sed y sin poder hacer sus necesidades fisiológicas, recibiendo empujones y maltratos de que tratan de arreglar las colas

Señores son ancianos, los que alguna vez construyeron a este país, porque los tratan así, al contrario deberían de habilitar en los días de cobros de pensión más taquillas, brindarles asientos y una merienda, que no hagan colas y se les traten humanamente y por supuesto que les paguen su pensión completa.

Y ya no hay palomas domésticas en las calles, los niños terminaron de casarlas para comer... y a Luisa la engañaron que iba a comer carne guisada con arroz, y de verdad, y resulta que era perro guisado y por supuesto ella dijo que estaba sabroso.

Escribe Hogareña




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