Ates de ayer en la
noche, acostada en mi cama con mis hijos mirábamos la televisión. Y mientras
pasábamos los canales para seleccionar algún canal, me detuve por unos
instantes, en unos de los canales nacionales. Era una cadena nacional, donde el
presidente de la República hablaba y hablaba, en ese instante dijo “camaradas y
camarados” y sin mediar palabras mi hijo de nueve años empezó a reírse para
luego agregar “bueno mamá, entonces tendremos que decir “caballeras y
caballeros / damas y damos”. Yo me quedé pensando un rato y luego contesté
“bueno, diremos cielo y ciela, silla y sillo…” y por allí nos fuimos.
Será que nuestro
presidente no tiene un equipo (tren ejecutivo), como lo tiene cualquier
presidente que le de estudios y prepare los discursos. Ya basta de tanta metida
de pata. Ya me da vergüenza, una vergüenza ajena que me afecta como venezolana
que soy.
Cómo es posible que
todavía cometa errores tan grave, será que no aprendió de “millones y millonas”. Y lo
dice con su cara tan lavada y sigue adelante como si fuera una gracia. Qué
dirán nuestros antepasados, nuestros profesores de literarias, escritores,
periodistas y eruditos y miles de profesionales venezolanos, la gramática
española, los libros y diccionarios, los
extranjeros, y lo peor, nuestros hijos, ¡cuál es el ejemplo para nuestra
nación! Que ni siquiera quise discutir el tema con mi hijo por pena. Solamente
aclararle que todos tenemos derechos a equivocarnos, y que bueno, que tenga
cuidado en cometer ese tipo de error.
Escribe Hogareña
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