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lunes, 17 de febrero de 2014

SIN RUMBO



jueves, 13 de febrero de 2014

QUE SI COMPRO O NO COMPRO EN LAS COLAS



Escribe Hogareña

miércoles, 12 de febrero de 2014

SIGUE EL TEMA DE LAS COLAS


martes, 11 de febrero de 2014

GANAR, GANAR



sábado, 8 de febrero de 2014

CHISMES




jueves, 6 de febrero de 2014

CANSANCIO EN LAS COLAS


Pues sí fue, nos levantamos a la una; desperté a los niños, los abrigué y a esa hora, dispuestos a cualquier cosa salimos a la calle, todo marchaba de acuerdo a lo que habíamos hablados. Para nuestra sorpresa al llegar a lugar, solo habían no más de treinta y cinco personas, eso nos alegró, pero cuando íbamos a notarnos en la lista nos tocó el número "ciento ochenta". Fue cuando mi esposo explotó de ira y comenzó a reclamar tal descaro de los presentes. Por más que traté de calmarlo, más era su furia, y con toda la razón porque él dice: primero: cómo nosotros el pueblo podemos aceptar que el gobierno nos trate como un animal que cada día nos encierra en un matadero, segundo: nosotros mismos somos responsables de tal mal, tercero: que nosotros mismo seamos ejemplos de justicia y dejemos que los demás también sean beneficiados del producto (y lo dice porque la primera persona de la fila tenía a más de diez personas anotadas pero solo ella estaba allí cuidando el puesto y así sucesivamente), cuarto: la mayoría que supuestamente compraría el cemento a un precio justo (según el gobierno, pero la ferretería los vendería a 50,00 Bs.), lo revenden cuadriplicando su precio o más, es decir, aplicando la matemática, 1 saco de cemento está a 39,00 Bs., y los buhoneros (algunos de los que estaban allí) los revenden a 350,00 Bs.
Por fin llegó la hora de ordenarnos en la cola, eran doscientos números, habían trescientas cincuentas personas anotadas, y seguían llegando personas de todos lados, y la trifulca se armó por obtener un lugar en la venta. Mis hijos solos en el carro y mi esposo y yo con el gentío, nombres por nombres, puesto por puestos, personas que nunca aparecieron le daban oportunidad a otras personas y nosotros allí atentos a cualquier cosa. La gritería, las peleas, el mal sudor de algunos, perdonas fumando...ya había comenzado a sentir los calientes rayos del sol en mi rostro y la incomodidad de estar parada en la cola y mis hijos seguían solos, mis pensamientos comenzó atormentarme hasta que salí a verlos. Estaban allí tan inocentes jugando dentro del carro con grandes gotas de sudor por sus mejillas. Pero era peor sacarlos con ese poco de gentes extrañas.

 
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