Lo primero que se le enseña a los niños, es que los hombres no lloran y con ello arrastra que "los hombres no piden perdón, los hombres siempre tienen la razón y aquí en la casa se hace lo que diga yo y punto", sin escuchar otras alternativas.
Los hombres no utilizan ropa rosada, no le echan colores a los trabajos escolares, no juegan con las niñas y pare de contar. Así van creciendo con ese orgullo y responsabilidad tan grande en el hombro se hacerse grande "el más fuerte en la relación" que se confunde cuál es la verdadero objeto en la relación de una pareja.
Hoy día, como está la situación en el país, no solo la imposición del machismo "vernáculo", es el principal rompimiento en el hogar. Aparte que es el hombre quien lleva los alimentos a la casa se encuentra "que el sueldo no les alcanza" pero aún así no dan su brazo a torcer para que las mujeres trabajen.
Otro caso, es aquel hombre que tiene dos o tres mujeres en las calles, y no hayan que hacer, pero eso sí nunca se decida con una porque él es macho.
O el hombre que llega a su casa exigiendo, durmiendo y no hace nada en el hogar ni siquiera un cariño hacia la mujer, un gesto o un detalle, solo acuéstate en la cama y abres las piernas.
Está aquel quien llega siempre de madrugada borracho porque se la pasa con sus amigos divertiéndose consumiendo licor, mientras la mujer lo espera en casa, pero hoy día, no es solo que lo espera sino que también espera que llegue con un pedazo de pan para darle de comer a sus hijos.
Y aquel que todavía el sueldo le da un poco más allá de los medicinas y la alimentación, se la pasa presumiendo de su dinero y ve con desprecio a su pareja.
Llega un momento en que la mujer dice hasta aquí "me quebré" yo valgo más que esto y sé que puedo dar más que estar en casa esperando a un hombre, me cansé de tener mi cuerpo moreteado o ser constantemente humillada.
Y es en ese momento que a la mujer no lo importa un bledo lo demás, y quizás meta la pata hasta el fondo con tal de salir de esa relación, prefieren comer mierda que estar al lado de ese hombre.
Escribe Hogareña
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