Entre tantas calamidades que los venezolanos vivimos, seguimos adelante. Con mucho esfuerzo y sacrificios reímos en la locura de recrear un mundo mejor, nuestro mundo, nuestra vida.
Salimos, vemos vitrinas, miramos a los que pasan, nos compramos un helado si el dinero nos alcanza (pero no nos molestamos) y volvemos a enamorarnos de nuestro país.
La magia nos llenas de esperanza diciendo "no es tan mala la situación del país".
Junto a nuestros familiares pasamos el rato en el cariño que nos enseñó nuestros padres y decimos "nunca dejaré mi país"
Escribe Hogareña
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