OTRO ASESINATO SIN RESPUESTAS
Al
día siguiente, en l habitación 43 se encontraba dos asesinatos, descubierto por
la camarera que cada mañana le llevaba el desayuno a la niña Guaricha. La
encontró con una rosa roja en la boca junto a Manuel, labio a labio. No era la
primera vez esta simbología. También lo había encontrado en la Flaquita la
viajera inoportuna, en Mia que fue la reportera de un canal de noticias, el
Simón. Pedro, Mateo y en un muchos más, con muertes diferentes pero con el
mismo significado que lo marcaba a todos.
-No
hay huellas, no hay rastro y no hay a quien culpar –Decía Mario el inspector de
investigación criminalística…
Junto
a Mario se encontraba Daniel su compañero que lo repetía todo.
-Sí,
sí, sí… no hay rastro, no hay huellas y no hay a quien culpar.
-¡Revisaron
todo! y qué dice el forense –Dijo Mario
-Vamos
chicos qué dice el forense –Repitió Daniel
Se
había encontrado a la Guaricha, abrazada de frente junto a Manuel, con los ojos
abiertos los dos, la flor entre cruzada en los labios, semi desnudos y el equipo
de sonido encendido con una balada muy suave.
DESPUÉS
DE TODO
Regia
recostada en cama se encontraba poco deprimida, recordaba la noche anterior. Le
pasaba por la mente las lágrimas incontenibles de la Guaricha pidiendo que se
marchara y en la mirada fría de Manuel.
De
regreso, entro sigilosamente en su casa, con la ayuda de su cómplice, su
chofer, luego envolvió el disfraz en una bolsa negra y la llevó al sótano. Y en
una caja guardó las fotos instantánea que tomó en esa noche y lo metió detrás
de la biblioteca abandona, en donde pasaba horas jugando a solas, junto a los
libros de fantasía que su tía le regalaba para pasar el tiempo.
Mientras
recordaba y recordaba se le acercó Ignacio y junto a ella, y se refugió entre
sus brazos muy fuerte y ella lo dejó que la abrazara.
-¿Qué
pasa Wicho?
-No
pasa nada, solo quiero tu cariño.
-Está
bien Wicho
Ignacio
no podía decirle a Regia que la tristeza que llevaba por dentro era a causa de
que se enteró de la muerte de la Guaricha, no podía hablarle que desde hace tiempo
amaba a su enemiga, y que ahora no estaba a su lado.
-Me
quieres contar lo que te sucede –Insistía Regia en preguntar, aún sabiendo que
Ignacio lloraba por la muerte de la Guariccha
-Nada
mi señora, aquí estoy para servirle.
-Hay
Wichito, nadie nos quiere, solo tú me amas, estás aquí consolándome, no estés
triste por mí, aquí siempre estaré para ti y tú para mí.
Ignacio
se queda mirando a Regia confundido y sin entender aquellas palabras, pero no
dice nada y Regia continúa diciendo:
-Sé
que estas triste por ella Wicho, tú crees que soy pendeja, tú crees que yo no
sabía tu aventura con mi peor enemiga, lo sé todo Wichito, lo sé todo.
El
corazón de Ignacio comenzó a latir fuerte.
-¿Qué
sabes Regia?
-Nunca
más te atrevas a mentirne, nunca más… yo lo sé todo… te recuerdo que cada paso
que das está mi nombre, recuérdalo siempre.
-No
fue mi intención Regia, yo me enamoré…
-Siempre
lo supe… Tus encuentros en cada restaurante, en cada hotel, en mi propio club…
¡qué pasaba por tu mente Wicho! ¡qué me ibas a engañar!… ¡pensabas burlarte de
mí!…
-Y
mira como te pagó la Guaricha mi Wichito
Regia
saca una foto en donde se encontraba la Guaricha besándose con Manuel en varios
encuentros de la ciudad.
Ignacio
miró cada foto, secó sus lágrimas y dijo
entre sus labios, y sin que Regia escuchara
-Pero
si dijo que me amaba…
Regia
lo miró de reojos, se levantó e Ignacio la siguió:
-Perdóname
Regia, perdóname…
-Eres
un imbécil Wicho, y tú pensaba que una mujer como la Guaricha te iba a querer…
qué pensabas Wicho… si ella sabe que eres mi mano derecha… claro que ella iba a
buscarte para hacerme daño a costa de lo que fuera…
-Perdóname
Regia, no lo volveré hacer…
-Párate
de ese suelo y ven a mí…
Ignacio
se levantó prometiéndole que desde ahora en adelante le iba ser fiel, mientras
ella le dio un beso en la frente.
UN
NUEVO COMIENZO
Luís
y Lupe caminaban entre inmensas casa de aquella urbanización, todo aquello parecía
de película, Luis no dejaba de mirar las casas y trataba de descubrir cada
paisaje que jamás en su vida había visto.
-Hermano,
cuántas veces te digo que no quiero estar aquí, yo quiero estar con mis
muchachos, ellos me necesitan –Decía Lupe
-No
está en mis manos Lupe, yo no he tomado esa decisión, no puedo hacer nada.
-Vamos
hermano convence a mis padres.
-Te
dije que no puedo hacer nada, cuando ya estés adentro me buscas trabajo de
cualquier cosa, aunque sea de jardinero, con gusto lo haría; hasta barrendero
de la calle.
-¿Qué
hablas? Solo quiero irme a casa.
Habían
tocado el timbre y se abrió la reja. El jardín era grande y lleno de flores, se
podía visualizar un estar al aire libre, a lo lejos la piscina, fuentes y casas
adicionales. Al frente estaba mansión de Los Montes.
Lupe
apretó las manos de su hermano mientras este tocó el timbre, Inmediatamente
abrió Maxi, vestida de traje.
-Estamos
aquí de parte del sacerdote Claudio –Dijo Luís.
-Entiendo.
Pase adelante, pero solo ella, que es hora de trabajar.
Luis
se despidió de su hermana. Ella lo miró con ternura y miedo a la vez.