NOCHE DE ESPECTÁCULO
Las luces empezaron a
titilar y los vestuarios estaban en orden, las prendas de entradas, en el baile
a media noche y al finalizar el baile, los escotes, las mallas y las
brillantinas no pueden faltar, el maquillaje bien puesto en el rostro con un
lunar falso en una esquina del labio y en otra que se visualice el tatuaje en
un seno.
Después de una un día de práctica,
entrenamiento y de gimnasia rítmica, ya están lista para salir al escenario.
Delia es la dama respetable
dentro de la sociedad más conocida como la tiburona, lleva años en el negocio
de los espectáculos eróticos, que ha bailado en el mejor espectáculo sensual del
país. Cotizada por los grandes empresarios por sus bailes apasionados que
vuelve loco a cualquiera. Una estrella en el baile pole dance.
Delia tenía un moño con
escarcha, un vestido pegado al cuerpo que se le hacía notar sus curvas, sus
pechos a medios mostrar igual que las puntas de su trasero.
Anima a las chicas con solo
al aplaudir y decir “contorneen su cintura, vamos chicas y verán que todo sale
bien” “muevan su cintura y verán como los hombres caen en sus pies y les darán
mucho dinero”
Raquel se maquillaba con
lápiz negro alrededor de sus ojos, mientras Diana se subía la panty haciendo
notar las piernas firmes en aquel traje de dos prendas y un abrigo de piel.
En la pista se escuchaba las
carcajadas del gentío, las copas sonar, alguna pareja en la esquina, en otro
lado una grupo de hombres celebraban la despedida de un soltero.
La felicidad se sentía por
los alrededores y Uriel hablaba por teléfono.
-Si señor… claro que sí.
Cuando se trata de dinero,
Uriel es capaz de hacer cualquier cosa.
-Se lo diré pero al final es
decisión de ella, no es de mi parte.
Uriel apagó el teléfono y
caminó hacia la barra, le pidió ron a la roca a David y luego le dijo:
-Pon atención David, como
siempre, cualquiera que se propase de mano, ven a mí. Me lo dice…
-No tiene porqué decirme, ya
lo sé.
Uriel caminó hacia Stephanie
quien ya había empezado a servir las bebidas, y quien Uriel no dejaba de mirar
sus piernas y le dijo:
-Entonces mi linda, esta
noche si me vas hacer caso
Stephanie se sintió
intimidada, pero con la firmeza en su rostro le contestó:
-Ni mi cuerpo ni mi trasero
jefe, si estoy aquí es para pagar mis estudios -Tomó la bandeja de las bebidas y
siguió adelante.
-Algún día serás mía
carricita ja ja ja… ¡Ay Dios! Como me gustas esa hembra.
Stephanie se paseaba con las
bebidas cuando Delia la llamó y con voz baja le dijo:
-Sabes muchacha ese hombre
es mío…
Stephanie sonríe
risueñamente para luego decir:
-Amanse su macho doñita.
Delia la mira de arriba debajo
se acomoda los pechos y responde:
-Solo te utilizará, y luego te
desechará porque siempre vuelve a mi cama.
Las dos se miran fijamente
pero siguen su camino sin decir palabras.
La noche seguía el ritmo de
la música hasta que en la pista apareció Raquel debutando en el primer baile de
la noche. Totalmente glamurosa, se paseaba de un lado a otro, los hombres
comenzaron la silbar y las caderas de Raquel a moverse. Su trasero se movía
acorde a la música y las luces de muchos colores parpadeaban constantemente.
Raquel se agachaba sensualmente y los hombres le colocaba billetes en su tanga,
otros le colocaban billetes en su brasier.
Un hombre trató de tocar sus
pechos por lo que ella como toda profesional le da un manotazo e inmediatamente
un guardia aparece de la nada llamado Joe y se acerca al hombre diciéndole:
-Te comportas o te saco del
local
Al poco rato llega Rafael, y
se pierde entre la multitud, algunos lo conocen muy bien, no por ser el
millonario, sino por ser cliente frecuente del bar. Sin pensarlo dos veces
Uriel se le acerca y él mismo le ofrece una copa del mejor Whisky del local.
-¡Buenas noche jefe!
-¿Buenas noches Uriel? Hablaste
con Diana.
Uriel comenzó a trabarse las
palabras diciendo:
-Bu, bu, bueno señor, no he
hablado con ella, des, des, des, después de lo que pasó la última vez, no creo
que quiera algo con usted.
-Vamos Uriel, tu eres el
jefe aquí… tu gente te hace caso…
-No crea que sea fácil jefe,
usted sabe que aquí con dinero se maneja todo
-¿Quieres más billetes
Uriel? Eso es lo que me está diciendo.
-Bu, bu, bu, bueno se, se,
se, ñor... usted sabe cómo es la cosa por aquí.
-Está bien Uriel tendrás tu
parte pero consígueme a Diana.
Uriel toma el dinero de
Rafael y luego se va al camerino en donde Diana se toma una cerveza:
-Diana el jefe quiere otra
noche contigo
Diana lo mira con rencor:
-No quiero nada con ese
señor
-No es que no quiera sino
que pagó muy bien por ti.
-¿Cuánto?
-Mucho
No me engañes Uriel
--No te engaño, esto será
tuyo, más lo que él te deje. Además te reservó para toda la noche, así que no
te comprometas con más nadie.
-Solo deja el dinero en mi
cajón cabrón.
Mientras que Raquel termina
el baile, aparece Diana con una pierna entrecruzada en el tubo, se sube y cruza
la otra pierna contornea la cintura y baja la cabeza quedando con la cabeza
abajo.
Los hombres comienzan a
gritar y no paran de tirarle billetes en la pista. Raquel sensualmente los va
recogiendo, con las piernas abiertas y acostada en el suelo, se levanta de espalada
y su espalda sudorosa la hacía verse más sexi.
La música cambia y Raquel
desaparece de la pista. Diana se mueve en el tubo, elegantemente, con sus
piernas moviéndose y su trasero extravagante, su cintura quedaba doblado en el tubo
y era fácil caer en su encanto sensual.
Rafael no la dejaba mirar,
sus ojos brillaban como nunca brilló al ver a Erika. Su esposa es sensible y
Diana salvaje, Erika bien educada y Diana rustica, Erika de alta sociedad y
Diana del barrio de mala muerte. Son totalmente diferente, en pocas palabras
Diana es grosera, mal hablaba y directa, pues, y era eso lo que más le gustaba
a Rafael.
Ya en el cuarto privado se
encontraba Rafael ansioso esperando. Desde la última vez que se encontraron
juntos no habían quedado muy bien. Aunque no era la primera vez que Rafael se
enamora de una bailarina, antes de ella estaba Irma, Clara, Nancy y muchas más.
Pero esta vez era diferente, había algo en los ojos de Diana que la hacía única
entre las otras bailarina.
-¡Hola Diana! ¿Cómo te
encuentras preciosa?
--Solo vengo hacerte el
baile… no quiero hablar.
Rafael se levantó para darle
un beso en las mejillas pero ella lo rechazó.
Ella se sube en una mesa y él
se sienta.
-Ven aquí mujer –dice él.
Ella sigue bailando,
ignorando sus palabras.
-Bájate mujer, me vuelves
loco, tú eres mi chica, eres mía
Ella sigue ignorándolo,
mientras se agacha con las piernas abiertas, y él le coloca dinero en su panty
Ella se le acerca un poco y
le susurra al oído:
-Mientras no me dé ese
anillo, no tendrás más de esto que tengo yo, cerdo
El sonríe con picardía, pero
no dice nada y sigue disfrutando del baile.
-Si te lo he dado todo
-No todo… quiero ser la señora de Diana del Castillo.