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viernes, 26 de diciembre de 2014

EL CATIRE I

Recordar ésta publicación me colma de tristeza... y lo digo porque éste joven perdió la vida en la madrugada de Navidad... 


LA INOCENCIA DE UN NIÑO

Qué pasaría del mundo si dejáramos ser un poco de egoísta, qué pasaría del mundo si compartiéramos nuestras enseñanzas a los niños del mundo, pero el mundo es muy grande diría que a las escuelas, a nuestros propios niños viven cerca de nuestras casas, a lo mejor no huera tantos jóvenes descarriados.
A esos niños que se la pasan en la calle decirle:
−Hijo para su casa…
Entonces su madre diría:
No se meta en la educación de mi hijo. Pero es el riesgo que debemos correr. Y es la forma cómo decimos las cosas si les decimos a los niños callejeros:
−Hola hijo que tal, mira y esos zapatos tan bonitos…
Aunque los zapatos estén sucios y rotos. El niño cambiaría su estado de ánimo y a lo mejor tú puedas influir en su vida positivamente.
Y de que hay, de no meterse en la vida de otras personas para evitar malos entendidos, que con frecuencia ocurre, porque no sabe con qué tipo de persona te vas a encontrar. Pero es el riesgo que debemos correr.
A decir verdad los profesionales como el club de ingenieros, abogados, doctores, maestros, vecinos, amigos y todas esas gentes que se organizan en grandes masas deberían romper con la burocracia e ir a las escuelas, y darles charlas a los niños que tanto necesitan en esos momentos tan difícil, en donde el camino más fácil es consumir drogas y robar. Y me arriesgo decir que de ir a las escuelas deberían llegar hasta los barrios más humildes y hacer obra de caridad. Y quien le gustaría ir a los barrios donde hay tanta delincuencia, para ver si le roban o los mismos padres y peor aún les quitan la vida. Pero es un riesgo que debemos correr.
La gente no es tan mala, para los buenos actos y ¡hay buenos actos!, porque hasta el más malo en la vida tiene sentimientos.
Nuestros niños necesitan personas como tú, yo y todos nosotros, alguien que se preocupe que por lo menos le dé un papagayo y ponerlo a volar.
Conocí a un niño al que su madre le pegaba constantemente, recibiendo el rechazo de toda su familia incluyendo de los abuelos. Ese niño se refugió en una viejita quien lo acobijaba con su ternura y mucho amor, después que su madre le propinaba grandes golpizas sin razón alguna, él se iba con ella. A veces pasaba desde el amanecer hasta el anochecer y la mamá en vez de apoyarlo, más bien se reían de él diciendo “está enamorado de la vieja”, la verdad es que nadie se daba cuenta lo que sentía en su corazón, solo la doñita y él. Yo sin embargo, sólo miraba porque éramos de la misma edad, y a la edad de quince años no pensamos mucho, solo solos jóvenes que creemos que el mundo es diferente.
El niño que ya no era niño sino un joven de quince años, seguía estudiando con mucho esfuerzo y sacrificio él solo, con la ayuda de doñita, podía verlo bajo la mata de mango con su cuaderno y la doña sin entender una palabra lo apoyaba. Pero ese apoyo pronto se terminaría, la doña se murió, qué tristeza, nadie lloró tanto por la doña que el joven que ya no tenía más nadie. Su única esperanza se había marchado sin querer. Al poco tiempo los estudios dejó. Y deambulando de un lado a otro, en la calle y avenida un muchacho se le acercó ofreciéndole lo que nadie se atrevió, un poco de poder entre los centros comerciales y la buena vida, después a una familia formó, una gran familia de mafioso. El joven había cambiado su aspecto, la inocencia se quedó enterrada con la doñita. Muchos carros robó y desmanteló, se topó con muchos abogados, doctores, policías mafiosos también (si es verdad hay muchos profesionales metidos en la delincuencia y distorsión a la humanidad), y al verse invencible duplicó su apuesta. A grandes empresas, más carros lujosos, drogas, mujeres y miles de cosas. Un día lo agarraron y a la cárcel fue a parar.
Hace unos días que me lo encontré con régimen de presentación y le dije:
−Cónchale  trata ahora de hacer las cosas bien…
Y él contestó:
−Sí voy a tratar hacer las cosas bien, conseguí un trabajo digno, no se gana mucho pero me da para subsistir… tu sabes Dailet que la vida no fue fácil para mí…
−Sí, lo sé…
−Sabes a la única que extraño es a esa viejita, aunque no esté a mi lado sé que su espíritu me está cuidando día y noche… tu me entiendes verdad…
−Sí, sí, sí te entiendo…
Y entonces, las miles de lágrimas por sus mejillas y yo con un nudo en la garganta, el corazón chiquitico, me pregunto porque la vida tiene que ser tan injusta para algunos.
Si las personas salieran de su caparazón, de su confort, de su egoísta vida y por lo menos les regalamos un sonrisa a los niños, no por sus morisquetas sino por su inocencia. Cada uno de nosotros llegáramos ser un poquito de esa doñita que no tuvo el suficiente tiempo para salvar a un joven. Esa fuerza que nosotros tenemos y podemos hacer algo.

Escribe Hogareña

viernes, 19 de diciembre de 2014

EN CUATROCIENTAS PALABRAS EN CINCO DÍAS IV

PARTIDA ANTE DEL DESAMOR

Quisiera decir muchas cosas, esas cosas que no atrevemos decir, que solo lo imagino y no lo hablo. Y yo, que soy tan tímida y me quedo callada, como si nada pasara. Quisiera gritar de una vez por toda para decir todo aquello que siento en mi corazón y que no me deja dormir en las noches que se hacen cada vez más larga. Quisiera sentir la paz, tan necesaria que hace falta para ser feliz, olvidarme de una vez por toda de  ésta locura que me carcome de a poquito.
¡Qué no eres lo que esperaba que fuera! Tremenda decepción, que antes tenía los ojos cerrado por el amor que te tenía, era como una venda,  pero ese amor se ha vuelto repugnante y que en mi alma no queda ni las cenizas de lo que una vez sentí por ti. Que fuiste mi tormento y que no me había dado cuenta por el amor que sentía, me quedé callada esperando un no sé qué, porque yo sabía muy bien que ese no sé qué jamás llegaría.
Y no es que yo espera que fuera perfecto, no nunca lo imagine, pero tampoco imaginé llorar noche tras noche, con tus palabras que mataron la inocencia del amor. Yo tampoco soy perfecta y tampoco pretendo ser esa mujer que jamás comete errores. Cometí muchos errores y el primero fue en dejar que me hiriera. Y que se fue convirtiendo mi pesadilla.
Ya no quiero tus abrazos ni tus besos y tus caricias me saben a amargura y ya de mis ojos no salen ni un poquito de lágrima y no siento éste dolor que sentía cuando tus palabras herían mis sentimientos.
Tengo sueños, muchos sueños. Son esos sueños que me hacen volar las veces que los pienso, son esos sueños en el que tú no está y no quiero que esté. Será por las veces que me dejaste sola, por el simple hecho, que todavía no entiendo, y que esta altura de mi vida no deseo conocer, no me importa.
Sí, no me importa lo que ahora en adelante pienses de mí y el mundo entero también. Te digo adiós. No quiero verte jamás en mi vida. Solamente un mal sueño. Y soy libre, qué alegría soy tan libre que ya puedo reír y encontré esa paz que tanto me hacía falta.
Pero prefiero quedarme callada, agarrar mis maletas y decirte adiós para siempre y dejarte con la misma duda que tengo yo.

Escribe Hogareña

jueves, 18 de diciembre de 2014

EN CUATROCIENTAS PALABRAS EN CINCO DÍAS III


¡CÓMO CAMBIARÍA ÉSTE MOMENTO!

Cómo cambiaría éste momento por hablarte, y conocerte un poco más. Escuchar tu voz y saber quién eres. Quisiera ver tus ojos y alegrarme con tu sonrisa, escuchar tu voz y caminar por el bulevar mientras la brisa nos pega en el rostro hasta caer el anochecer.
Sentarnos en una mesa, mientras la gente nos mira de reojos, mientras piensa “están locos” y simplemente reímos, porque así es la vida, una sonrisa, una felicidad y un amor. No existirá el tiempo porque el mismo tiempo se iría muy lejos, afable en las estrellas o en el corazón, y no me importaría que se pegara en el alma porque estaría tú allí conmigo y yo contigo.
Que si me gusta tomar café en el amanecer o escuchar música mientras escribo. Es lo que me gusta y a lo mejor a ti también te gustaría o haces lo mismo. Saber si tienes un lunar en las mejillas o dejaste tu abrigo en el mueble, quizás lo zapatos en el corredor y me vuelvo intrépida en descubrir los pensamientos. Esos pensamientos que son secretos. Todo por curiosidad nada más.
 Si has llorado como yo o te has enamorado como yo, si sueñas y trabaja como yo, son los árboles del parque que me sonríe y los niños que brincan. Los pájaros que no dejan de cantar y el aire fresco anunciando la pronta soledad. Yo la conozco y tu también, y a veces, me entristece la soledad, pero en otras ocasiones es la paz que necesito para poder respirar profundamente y seguir adelante. A lo mejor a ti también, de vez en cuando, te gusta estar solo y mirar el mar, ese mar inmenso que pareciera no tener fin, donde la vista no alcanza, ese mismo mar como las nubes que nunca para, que nunca se cansa.
Soy yo misma, la de todos los días, aún en la melancolía saca un gesto, aún en la alegría puedo llorar y en el llanto puedo sacar una sonrisa. Y creo que tú también eres así, compasivo, claro, tu allá y yo aquí, que al final somos lo mismo. ¡Ojalá te conociera!, me haría muy feliz, pero sé muy bien que será imposible.
Escribiría una historia bonita, muy bonita, echaría unos cuentos bien interesante como los cuentos que la gusta mi familiar escuchar, me miran fijamente a los ojos esperando que invente algo, ¡si los pudiera mirar!, lo feliz que se ponen, y cuando tienen que tomar agua o ir al baño, me dicen que me calle, que no diga una palabra más, para que cuando regrese siga contando mi historia y soy muy, pero muy, y muy feliz.


Escribe Hogareña

miércoles, 17 de diciembre de 2014

TENÍA QUE ESCRIBIRLO

"Aunque había dicho que no iba hablar de la tragedia de los venezolanos, es imposible ignorar, es por eso que tengo que decir lo que voy a decir".
Mi hermana tenía que operarse hoy. no era una operación problemática, simplemente una hernia en el ombligo. 
Acudió a la cita programada por el doctor. Todos nerviosos fuimos acompañarlas y porque es nuestra hermana. Ella muy nerviosa y nosotros dándole ánimos. Es la primera vez que se opera, ni siquiera por un rasguño había tenido que ir al medico.
Y para nuestra sorpresa, la operación se suspendió, después que ella se había preparado, nosotros y los mismos doctores. Y el problema resultó que tenía las plaquetas muy bajas al igual que los leucocitos. 
Y cómo no lo iba a tener bajitos,  si hace una semana le dio chikungunya , y mi otra hermana lo está padeciendo en estos instantes. Tremendo dolores en los huesos e insoportable fiebre. Ahora, son tres en la familia, está más cerca de mi casa ¡Qué horror!
Me pregunto: ¿Será que ningún venezolano se va a salvar de la fiebre del mosquito? Y pareciera que no, porque a las mayorías de las personas que me rodean, en las colas, escuelas, calles y en cualquier lado, me han dicho que le ha dado. Es como esa película de terror donde salen muertos en el cementerio y quieren comer cerebro, y esos mismos muertos a quienes le comieron el cerebro también quieren cerebro. 
Es una maldición. Y el gobierno no hace nada por parar ésta epidemia, ni siquiera lo comentan, parece un secreto que nadie se atreve hablar.

Escribe Hogareña

EN CUATROCIENTAS PALABRAS EN CINCO DÍAS II

EN LA PLAZA BOLÍVAR
Salió muy temprano a la plaza, solo por el simple hecho de mirar a las palomas picotear las migajas que se encuentran en el piso rustico, por los alrededores del torso del Libertador. No solamente es sentarse a observarlas volar, juguetear o cantar, sino también a la gente, a las mismas caras de todos los día, algunos lo saludan, pero otros murmuran de su destiempo, y peor aún, que es bueno en descubrir los secretos que nadie lleva su casa, son aquellos secretos que se quedan el aire y aceras. Siempre atento que si tiene o no tiene algo diferente.
A su lado dos o tres amigos más, pasan la mañana y algunas veces el día, en silencio, solamente con la compañía porque solamente las miradas lo dicen todo. En ocasión recuerdan el pasado con mucho entusiasmo y alegría cuentan las aventuras vividas, y la verdad es que todos los días cuentan lo mismo, con el mismo entusiasmo y alegría.
La semana pasada, no llegó un compañero, y es que está enfermo, muy enfermo, los años le pasan la cuenta pero los amigos lo recuerdan con el mismo silencio, solamente preguntan por él al llegar. El banco está vacío, esperándolo, ruegan que llegue.
Un turista le pide que le tome una foto frente al Libertador, y sonriente, se compadece, agarra la cámara tembloroso y ¡flasss!, la foto está lista. Y no es solo un turista son dos, tres o cuatro pero le gusta y vuelve a sentarse en el mismo lugar, hasta que el sol calienta y le pega en el rostro, es cuando decide cambiar de puesto, al banco de al lado, junto a las palmeras y las flores moradas.
La señora que vende golosina lo saluda, el bolero, el frutero, el fotógrafo, el heladero y los niños que cruzan la plaza cuando salen de la escuela. El policía que resguarda la plaza, no deja de mirarlos, aún cuando los ve todos los días. Los conocen muy bien, cada mañana y cada hora, es por eso que al comprar frutas lo comparte con ellos.  
Más allá, la iglesia, las campanas suenan y es hora de regresa a casa, cansado como si viniera de la fábrica de zapatos. En la noche piensa en la plaza, en la gente, al rostro del amigo que está enfermo, en las palomas y en sí mismo sentado en el mismo banco de todos los días.
Escribe Hogareña


martes, 16 de diciembre de 2014

GRACIAS Y MÁS GRACIAS

Amanecí con la noticia de que seleccionaron otro de mis cuentos, ésta vez en la Antología Sentimientos. Mil gracias a "Letras con Artes" en España por poner su confianza y esperanza en mí. Aquí está mi cuento:

DESCONOCIDO AMOR

Lloraba y lloraba sin contener los suspiros,  llorando y llorando como nunca la había visto, con el alma destrozada y miles de lágrimas que no dejaban de rodar por las mejillas hasta caer gotas gruesas en sus hombros y mojar el vestido, recostada a un lado de su lecho se lamentaba de la desdicha adquirida. Quise consolarla pero mis palabras no eran suficientes para levantarla del vacío. Abrí las ventanas de par en par y los primeros rayos del sol golpearon aún más la tristeza.
Y por primera vez al contemplarla, también me sentí afligida, con pocas emociones, por más que quería gritar solo me quedé paralizada, anhelé ser como ella, quise sentir ese dolor por amor que ella concebía en el alma, el deseo de enamorarse y ser amada, esa pasión que todos hablan con tanto afán y que se ha quedado en el olvido, a lo mejor menos importante, bajo llaves en un baúl antaño, el que te hace estar siempre apegado al cariño. Aunque después tenga que llorar y llorar el infortunio, así tenga que disimular y disimular la desdicha, pero por lo menos conocer el amor como ella lo había conocido.


DAILET M. BUTTO R.

Escribe Hogareña

lunes, 15 de diciembre de 2014

EN CUATROCIENTAS PALABRAS EN CINCO DÍAS I

MIS NIÑOS
Los niños no paran de jugar como las mariposas de volar. De vez en cuando se posan en el néctar de la flor y de vez en cuando vuelven a volar complacidas. Y los niños no paran de jugar como las flores silvestres se alegran en el atardecer cuando la brisa fresca le pega a sus pétalos. Son flores amarillas, moradas, rosadas y blancas, todas salvajes como las mismas mariposas, es por eso que tienen esos colores tan radiantes.
Los niños no paran de jugar allá en el campo, y yo con miedo, que una espina le pinche la piel, pero ellos felices corren de un lado a otro sin darse cuenta de las espinas, tremendas espinas, grandes y gruesas, todas verdes y yo sigo preocupada que los pinches y no escuchan mis advertencias. Los niños no paran de jugar en el monte y no escuchan mis consejos, quizás sea mejor que se pinchen para que aprendan lo mismo que yo aprendí a su edad.
Los niños no paran de jugar en el matorral y ya las mariposas no están y las flores se escondieron, pero ellos siguen corriendo y mi madre vuelve a decir “déjalos quietos” y yo nerviosa casi me como las uñas. Los niños no paran de jugar y las caritas caretas es imposible de hacerme reír y recordar que una vez fui igual, tan feliz e inocente en la vida. Me alegro que ellos también sean felices, tan felices como las nubes, los árboles y el sol.
Los niños no paran de jugar y salgo corriendo porque uno se pinchó, llora que llora, y Manuel se ríe porque sabía que se iba a puyar y yo curándole el dedo. No es una herida profunda por lo que le tomo entre brazos y le doy mi cariño. Él aún balbucea que balbucea y yo sigo abrazándolo, hasta que vuelve a salir corriendo para el montarascal.
Los niños no paran de jugar y estoy más tranquila, ellos son felices y yo también. Soy una niña otra vez, no tan pequeña como ellos y mucho menos tan inocente pero se me olvidó que el mundo existe. El monte los arropó y a mí también, cada parte de mi cuerpo está pinchado y nos paramos de jugar. Aunque el atardecer nos sorprendió, las mariposas no están y las flores se durmieron nosotros seguimos jugando y jugando como niños.

 Escribe Hogareña

sábado, 13 de diciembre de 2014

ESCRIBIR Y LEER...

¡Sí, hoy es Sábado!, escuchando cánticos navideños mientras lavo la ropa. Y me acordé que como ya mis hijos tienen vacación por motivo de las navidades, es mejor dedicarle más tiempo a escribir y leer un poco más de lo acostumbrado. 
Ésta vez nada de política, ni de la situación trágica de mi país. Quizás algo más sutil y carismático. Ojalá les guste, todo será en cuatrocientas palabras a partir del lunes.


Escribe Hogareña

viernes, 12 de diciembre de 2014

ROSMERY

Rosmery me contagió con su sonrisa, me lleno de esa alegría que hizo que se me olvidara de todo lo que me rodea. A un mundo más justo lleno de árboles verdes y la frescura comenzó a mezclarse con el viento, hasta podía verlos bailar y girar y girar muchas veces.
Solté las ataduras en donde me tenían amarrada y miré la vida de otra forma, y se sintió bien, lo sentí bien, con un sabor a dulce y que se queda grabado en la mente y que no se puede olvidar por más que quiera. Y es que no quiero olvidar ese sabor que se deshace en la boca  poco a poco mientras la lengua se deleita  al deslizar esos pedacitos que te saben a frutas, a esa fruta o lo que quiera, a la que más te gusta.
Se fue Rosmery y aprendí que la vida es una sola, sí una sola, que no hay más, que tiene que vivirla lo más feliz posible, porque no tendrás o tendré otra oportunidad, el tiempo se va, y no se recupera, tampoco la vivida, ya vivida.
Y no es que Rosmery se haya ido para siempre, solamente se fue a su casa, ala vuelta de la esquina, espero verla mañana.

Escribe Hogareña

jueves, 11 de diciembre de 2014

CUENTO DE NAVIDAD

Cómo se puede escribir un cuento de navidad para éste año. No se puede, y por más que trate de que me salgan palabras bonitas para escribir mi cuento, solo me salen tristeza, ansiedad y agonía. Una amiga e decía que la felicidad la hace uno mismo pero como no deprimirme si para dónde veo solo encuentro calamidad.
Lo que nos mantiene en pie es la familia y que por ellos somos capaces de cualquier cosa. Seguir adelante sin miramiento ni arrepentimientos. Ojalá salga mi cuento que desde hace días no puedo escribir ni una palabra.

Escribe Hogareña

miércoles, 10 de diciembre de 2014

DELITO

Las estatua del libertador fue desnucada por un grupo de personas que todavía no se saben quienes fueron, y todos dicen que “es un delito”, incluyendo los sabihondos y los del gobierno y oposición. El más intelecto desaprueba ésta aberración echa al Libertador de mi patria y otros cuatro países más. Acaso no saben ésta gente que todo lo que se está cometiendo en nuestro país es un delito. Por ejemplo, ayer me anoté en una cola para comprar espagueti aún cuando todavía estaban bajando la mercancía del camión venían gente de todos lados, era como una invasión de hormigas, gente por todos lados y tuve la suerte de quedar la número setenta. La gente se coleaba, se empujaban decían groserías, maldecían y hasta algunos trataron de caerse a golpes. Resulta que después que bajaron el espagueti comenzaron a bajar la harina de trigo, pues, la gente se aglomeró más y más. Niños que lloraban y los míos asombrados me pedían que nos saliéramos de cola, pero como íbamos a salir si no tenemos espagueti y por primera vez podía caer con suerte y comprar harina de trigo, y nos quedamos.
Entre tantos empujones y golpeaderas compramos los dos alimentos, pude comprar mayonesa para mí pero para mi mamá no, las compotas para mis sobrinos más pequeños y el detergente mamá me lo compró. Entonces, ¿y a éste delito cómo se le llama?.
Los primeros notados en la lista son los buhoneros pero delante de ellos y sin hacer cola ni mucho menos agarrar sol llegan los militares y entran al comercio como perros por su casa y salen con su gran bolsa de comida y con una gran sonrisa en los labios todos frescos. Y cómo se les llama a éste delito y humillación a quienes pasamos todo el día haciendo cola. Pues, no se consigue ni huevos para hacer el desayuno ni papel  para limpiarse el rabo, ni hablar del jabón.
A la viejecita que le robaron la bombona de gas que tenía tres días sentada en el galpón esperando el camión del gas. A los que no consiguen trabajos y que se ganan la vida taxeando. Muchos ingenieros, médicos, licenciados graduados que son taxista y que son baleados para quitarle el poco dinero que pueden ganan.
Todo lo que se hace en nuestro país es un delito, la corrupción desbordadas por doquier, personas que yo creía que eran intachable ahora son corruptos, hasta el más humilde es corrupto porque de alguna forma tienen que vivir. Entonces, ¿y a éste delito cómo se le llama?.
No es nada nuevo que roben y destruyan el patrimonio de la nación. Todos sabemos que las escuelas son las primeras víctimas de la delincuencia, se roban los techos, y hasta las sillas de los niños. Entonces, ¿y a éste delito cómo se le llama?.
Ahora es que se vienen a dar cuenta de éste tipo de delito, por favor llamen las cosas por su nombre. Todos somos culpables…

Escribe Hogareña

martes, 9 de diciembre de 2014

CON LÁGRIMAS

Cansada de la vida. Ésta vida que me lleva a lo más hondo del desespero y que no se aguanta ni un poquito más. Ni siquiera con salir corriendo ni mucho menos con gritar se alivia el dolor que hay en el corazón. Solamente seguir aparentando que el transcurso del subsistir que todo marcha como se debe ser. Simplemente el día y la noche, están allí observándome sin ni siquiera opinar, solamente está allí estática sin decir una palabra y esperando que  se me mueva la siguiente pieza. Aún si la siguiente pieza sea el final de juego.
Cansada de juntar problemas tras problemas que no se pueden resolver, quizás por miedo, aún sabiendo que tengo la solución de la situación. O más bien, porque conozco no quiero marcharme. Por aquellos tropezones y  rencaderas que he llevado e ido acumulando. Llamadas experiencias, esas experiencias y falta de valencia que llevo a cuesta.
Escribe Hogareña
 
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