La ciudad está tranquila. La gente va al
trabajo (los que tienen empleos), escondiendo el celular y el dinerito para que
no los atraquen, las tiendas abren sus puerta, claro, los precios de las
mercancías es increíble, nadie tiene para pagarla, si compra una prenda no
puede comprar otra cosa, aún cuando es necesario la otra cosa. Los
supermercados activos como todos los días, amanecen más acompañados que la
mismísima familia, mujeres por doquier, algunos buhoneros y otras amas de casa,
haciendo cola, algunos echándole la culpa al comerciante por no abrir antes de
la hora, otro le echan la culpa a los buhoneros que se han desatado como nunca
antes visto por comprar todos los días para después revender con precios tres
veces mayor a lo que compró, también le echan la culpa a los policías y
militares por no poner orden, también se oyen decir que el culpable es el
alcalde, gobernados y el presidente.
Los sindicatos de las empresas y los
sindicatos de los criminales matándose unos a otros y matando a otros creyéndose
tener a Dios agarrados por las barbas.
No hay gas, no hay cemente, no hay batería y
ni “emulsión Scott”, se acuerdan, ese que se vendía por todas partes, esa mismo
que mi papá nos compraba para tomarlo antes del almuerzo, simplemente un
complemento vitamínico “no se consigue”. Hasta en las páginas de internet se ha
puesto a valer, son los buhoneros cibernéticos la página se llama “el perolero”,
te venden lo que sea, claro, si quiere comprar una pastilla buscapina te cuesta
“casi cuatrocientos bolívares” tienen lo que sea, te invito que la visite.
Más de quince muertos los fines de semana en
nuestra ciudad y el gobernador preocupado por Israel y Palestina (eso no quiere
decir que seamos empáticos por esos países) pero porque no se preocupa por
nuestra ciudad porque aquí hay más muertos en un día que en esos países y eso
que no estamos en guerra.
Pero no se preocupe eso es normal en nuestro
país, nada raro, ventas y compra de drogas en cada esquina, que te maten por un
celular, que los enfermos de cáncer no tengan medicinas, que los medios de
comunicación no digan nada, y que el presidente pretenda decir que nuestro país
hay paz, que él desea paz y ¡será que esa es la paz que tanto anhela!, será la
paz de él, de su tranquilidad, de que le importa las penurias del pueblo. Y tan
lindo que habla, pero los que estamos al otro lado de él sabemos y vivimos la
guerra. Todo es una mentira, un maquillaje que solo él se cree, y tres pelagatos
le aplaude porque son ellos los que reciben el dinerito y los dueños de las
farmacias, tiendas, comercios, terrenos y todo los comercios (los corruptos).
Escribe Hogareña