Un día bien, un día regular, otro no tan bien, uno triste, uno más alegre y más allá esta el día nostálgico, y el día que dan ganas de bailar, reír y hablar hasta por los codos, y un día más en la soledad, sin hablar ni decir una palabra.
Nos encontramos un día de reflexión, de sabio y dar consejo. El día de creer o el día de incredulidad. Aquel día de rabia, impotencia, dolor y sollozo. El día que se conoce el amor y la compasión. Ese día de salir corriendo y desaparecer o el día que el mundo te conozca y el día que necesita ser un héroe, el día de ser pobre y otro comprar lo que quiera. Un día más para trabajar y otro de dormir. El día para emoción, la alegría y la adrenalina.
Un día de lluvia, sol o eclipsado, un día de brisa o quietud, un día en la ciudad o en el campo, otro día para ser niño o el día de decidir, el día de discutir y gritar, el día de compartir cariño y otro de olvidar el pasado y comenzar un nuevo día...
Escribe Hogareña
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