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Por ejemplo la semana pasada en dos días, hice una cola de un kilómetro y quizás más para comprar arroz, lo bueno fue que pude comprar un "bulto" como le decimos aquí, o sea, contiene veinticuatro bolsas de un kilo de arroz, cosa que por unos cuantos pasos tuve que cargarlo hasta la salida entre mis brazos, imagínese todo ese peso, luego, en ese mismo día otra cola para comprar aceite, otra cola para comprar leche, otra café, otra papel sanitario, y no conseguí azúcar ni harina pan.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiY0QuwzttvLOjAguKD1eLKYXem5gRMkaHoI6J79gY4WK1ghd1fCK96Wh67Ld7WgjUvCa9-kLwOsZJKNxDZzq6V60wqHs_KGtvfEpnUzsOz2FmU_GPULMB2cgBPdowBHCqkHEz092g9MV6U/s1600-rw/DCP_0063.JPG)
Pues sí fue, nos levantamos a la una; desperté a los niños, los abrigué y a esa hora, dispuestos a cualquier cosa salimos a la calle, todo marchaba de acuerdo a lo que habíamos hablados. Para nuestra sorpresa al llegar a lugar, solo habían no más de treinta y cinco personas, eso nos alegró, pero cuando íbamos a notarnos en la lista nos tocó el número "ciento ochenta". Fue cuando mi esposo explotó de ira y comenzó a reclamar tal descaro de los presentes. Por más que traté de calmarlo, más era su furia, y con toda la razón porque él dice: primero: cómo nosotros el pueblo podemos aceptar que el gobierno nos trate como un animal que cada día nos encierra en un matadero, segundo: nosotros mismos somos responsables de tal mal, tercero: que nosotros mismo seamos ejemplos de justicia y dejemos que los demás también sean beneficiados del producto (y lo dice porque la primera persona de la fila tenía a más de diez personas anotadas pero solo ella estaba allí cuidando el puesto y así sucesivamente), cuarto: la mayoría que supuestamente compraría el cemento a un precio justo (según el gobierno, pero la ferretería los vendería a 50,00 Bs.), lo revenden cuadriplicando su precio o más, es decir, aplicando la matemática, 1 saco de cemento está a 39,00 Bs., y los buhoneros (algunos de los que estaban allí) los revenden a 350,00 Bs.
Por fin llegó la hora de ordenarnos en la cola, eran doscientos números, habían trescientas cincuentas personas anotadas, y seguían llegando personas de todos lados, y la trifulca se armó por obtener un lugar en la venta. Mis hijos solos en el carro y mi esposo y yo con el gentío, nombres por nombres, puesto por puestos, personas que nunca aparecieron le daban oportunidad a otras personas y nosotros allí atentos a cualquier cosa. La gritería, las peleas, el mal sudor de algunos, perdonas fumando...ya había comenzado a sentir los calientes rayos del sol en mi rostro y la incomodidad de estar parada en la cola y mis hijos seguían solos, mis pensamientos comenzó atormentarme hasta que salí a verlos. Estaban allí tan inocentes jugando dentro del carro con grandes gotas de sudor por sus mejillas. Pero era peor sacarlos con ese poco de gentes extrañas.
Miradas tristes, rostros lánguidos y ojos que hablan por sí solos, clamando auxilio por un momento de felicidad, donde parece que jamás lo conseguirá, inventa un mundo propio, camina de un lado a otro, en la casa, en las aceras, atraviesa las calles y cruza palabras con el primero que ven, en un instante se esfuma las preocupaciones, el desasosiego, el destierro que desde hace día agoniza en su pensamiento aislado, −que más decir, no hay salida,casi es una obligación, pero hay que hacerlo −se dice− y es ahora… regresa a casa y una vez más espera a la madre para darle quizás un último beso y sentir el calor de su abrazo. La mujer ignorante,humilde, brinda con mucho amor, hundida entre el hambre, esperanzas e ilusiones de un buen hijo. Más tarde, después haber pasado largo rato sentado al frente la casa se reúne nuevamente con sus amigos para hacer lo que habían planificado desde hace varios días.
En las creencias religiosas dicen que cuando nos llega la muerte, el espíritu va directo a un juicio en el cielo y es allí donde Dios todo poderoso juzga de acuerdo a lo que vivimos en la tierra, quiero decir a la bondad, el amor, la honestidad, la generosidad y todas aquellas cosas gratificante y equilibradas que se nos pueda presentar en el andar de la vida. Y todo aquello parece hermoso y fácil de cumplir por lo que tratamos de cumplirlo al pie de la letra, pero como lo hacemos en esta sociedad tan corrompida que senos han impuesto en bandeja de plata y que es imposible despreciar para poder subsistir, sobre todo para aquellos que vivimos la decadencia, el hambre, de hijos con el estómago vacío, y es allí donde reflexiono “que no nos hemos muerto ni siquiera hemos vivido un juicio, entonces porque vivimos en el infierno sin estar muerto o es que nos saltamos la muerte para ser juzgados y pagar algo que todavía no sabemos”, ¡donde está la justicia y la felicidad que ni siquiera nos dimos cuenta cuando se escondió! Qué culpa tenemos nosotros por pagar tanta desolación, miedo, dolencia y desesperanza, todavía lucho para que mis hijos tengan un vaso de leche cada amanecer y miles de madres perdieron la lucha al ver a sus hijos metidos en un ataúd. De rodilla sigo pidiéndole a Dios¡qué culpa tenemos nosotros por pagar algo que no sabemos! y sobre todo mis hijitos que duermen felices por tenerme a su lado que por dentro saben que falta algo y están seguro que hay algo que no marcha bien.
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Muchos serán los
escogidos, y es que ya escogieron los que serán felices en el andar de la vida,
porque se presiente en el camino a muchos que se hacen llamar el poder, de
viajes en viajes, deleitando los mejores manjares, millones de fotos pegados en
paredes, vallas, afiches y todo aquello que sale en la calle, en los
periódicos, revistas, televisión, radio e internet, los que son dueños de las
grandes empresas, mansiones, carrasos y cuentas infinitas en el exterior, ¡es
que a ellos le llegó el cielo!, ya fueron juzgados y son los escogidos de Dios
y nosotros los que estamos en el infierno, necesito respuestas, que alguien me
diga.
Están los esclavos, que
serían los profetas, los enviados o fieles servidores que viven de los anuncios
que dan los escogidos, aún viviendo la inclemente pobreza, creen y se desviven
por cientos de palabras mal habladas de algunas personas, esperando quizás que
los tomen en cuenta por lo menos una vez en la vida, augurando que serán salvados y llevados a la
gloria, y años tras años los vemos más desgastados física y mentalmente que los
propios pobres, pero firme como el roble, caminan de aquí para allá vigilantes,
nerviosos y cuidando cualquier imprudencia que pudiera salir de la boca de
alguno para aprovechar la oportunidad y tratar de relucir ante del poder,
condenando a esa persona. Los esclavos vigilan y vigilan y es que fichan y
fichan como hienas, y al estar engañados creen en la esperanza de un vivir
mejor.
Victoria cuando está enamorada pierde la conciencia, −es que soy amante del amor− nos repite con una sonrisa de oreja a oreja−, y les digo que se ha enamorado infinidades de veces,pero tantas veces que he perdido la cuenta, del barrigón demacrado que le gusta jugar bolas criollas, del alérgico que se hurga la nariz sin estridencia, del negrito que se duerme en el mueble al solo sentarse, del chiquitín que se cree el magnate del barrio, del cabeza de pelota engrandecido porque su papá es el capitán del barco chino, y ahora del importado de las montañas de los Andes,siempre con su sonrisa nerviosa se agracia en el “zumbao” del caminar pausado, sin ningún reproche le extendemos la manos para saludarnos.
Algunos nos dice que
somos chismosas y es la parte más divertida porque nos cuajamos de risas, otros
que somos brujas y es donde soy capaz de conjurar un hechizo para sellarle la
boca, ¡hasta cuando esa juntilla! decía aquel tipo ignorante que me dio lástima
el pobrecito, y todos esos apelativos que acostumbras decirnos pero ¡qué
importa! Si soy feliz cuando hablo de mis hijos y ella habla de los suyos, o
nos damos algún consejo, “que si hablar de la casa, del marido, de la ropa, de
la novela, de la mujer de Miguel, de las uñas, del cabello, del médico aquel,
de los zapatos de tacones y todo aquello que se nos antoje”.
Mientras se planea que hacer por el país, nosotras las
madres venezolanas no las ingeniamos para sobrevivir para el siguiente día y
mantener con vida nuestros hijos. Con mucho sacrificio, a veces, con indolencia
nos apresuramos para hacer los quehaceres cotidianos para luego, hacer la nueva
tarea en contra nuestra que nos fue impuesta por un grupo de gente que se creen
dios, pues así como les digo, salimos corriendo de prisa para meternos en las
colas bajo el sol o la lluvia para adquirir un producto alimenticio para
nuestros hijos, y peor aún las ganas de gritar y hundirnos bajo tierra y con el
corazón partido nos queda cuando nos dicen que se acabó el producto después de
haber pasado horas y horas en la cola asustadísima y con la adrenalina a millón
vigilante para que nadie se colee o que algún joven desorientado nos roben. Son
largas horas que dejamos de dedicarle tiempo a nuestro hogar y nuestra familia,
y dolor de saber que nuestros hijos también pasan la misma inclemencia haciendo
cola porque no tenemos con quien dejarlos, y más deprimente cuando observan
discutir por cualquier cosa, y más dolor me da cuando escuchan las tremendas groserías
de algunos enfurecidos que pierden la paciencia y el mismo dolor que yo misma
siento.
Y así mismo lo siento ahora, es la impotencia y la cólera que está colmando mi alma al no poder darle un vaso de leche a mi pequeño hijo que no tiene la culpa de nada, la inocencia de su exigencia de su alimento me provoca salir a la calle y buscar un no se qué, pero quien me escucharía, quien pudiera atender mis clamores, muchas veces pierdo la fe en Dios quien tampoco tiene la culpa de nada, quien pudiera hacer justicia, mis fuerzas de desvanece y el consuelo se desgasta poco a poco, sol o el rayito de una luz me mantiene esperanzada quizás sea los rostros inocentes de mis hijitos, la objetividad de mi esposo, los consejos de mi madre o de muchos venezolanos y gente de otros países, que cada día luchan por su país y medo y cuenta que no estoy sola en esta lucha sin armas.
Muchas alegrías, a
veces, y otras, muchas tristezas, acompañada de llantos, pero lo mejor es que
existe el mañana y lo que no puedes hacer hoy, lo hace mañana, porque mientras
exista el mañana tenemos una historia acompañadas de sueños y ese sueño somos
nosotros mismos. Y por más pequeño que sea ese sueño es importante para
nosotros mismos, aunque para los demás sean insignificantes, y que importa los
demás, si solo a nosotros nos interesa comernos el mundo a nuestro modo, y que
me importa lo que piense mis amigos, la vecina, y tal persona, si solo nosotros
sabemos lo que queremos y haremos lo posible y lo imposible para que nuestros
sueños se hagan realidad.