ENAMORADA MUCHAS VECES

Victoria cuando está enamorada pierde la conciencia, −es que soy amante del amor− nos repite con una sonrisa de oreja a oreja−, y les digo que se ha enamorado infinidades de veces,pero tantas veces que he perdido la cuenta, del barrigón demacrado que le gusta jugar bolas criollas, del alérgico que se hurga la nariz sin estridencia, del negrito que se duerme en el mueble al solo sentarse, del chiquitín que se cree el magnate del barrio, del cabeza de pelota engrandecido porque su papá es el capitán del barco chino, y ahora del importado de las montañas de los Andes,siempre con su sonrisa nerviosa se agracia en el “zumbao” del caminar pausado, sin ningún reproche le extendemos la manos para saludarnos.

Sin cambiar de lugar, como si fuera ritual, Victoria lo sienta en el mismo sillón donde ha sentado los novios anteriores, que solo se ha ido opacando el color de la madera por el uso de la misma, el mismo jugo de naranja y los mismos cuentos de siempre, sin que se escape algún detalle.

Allí está sentado el hombrecito entusiasmado, con su postura bien recta, tratando de agarrarle la mano a Victoria, pero como ella tiene mucha experiencia en el amor viene escurridiza para susurrarme “esta vez tengo que hacer las cosas bien”, así que se vuelve a su lado y se sienta muy contenta.

Después de la despedida, me cuenta que todavía tiene el ardor en el estómago queriendo ocultar cualquier vergüenza, con el corazón reconfortado y más enamorada que nunca habla que habla del importando, notándose la frescura del rostro sale bien librada con tremenda risotada y un gran beso en las mejillas a los que se encuentran a su lado sin ninguna razón.

Escribe Hogareña