Durante la pandemia del covid me encerré en mi casa, y más
que casa en mi cuarto esperando un no sé que cosa, mientras comencé a dar
clases online, que me distraía de la realidad, sumergida en la vida virtual y
dejando a un lado un poco la vida real, un año y medio en tan difícil
situación.
Para ese entonces había perdido un poco la esperanza de
seguir adelante, me olvidé de buscar otro rumbo y me resigné a vivir bajo un
gobierno que cada día nos agobiaba más el régimen que nos sometía y a un ex
marido que vivía en un mismo techo conmigo.
Ya había bajado a guardia, ya que la misma novia con quien
él pensaba rehacer su vida, lo secuestró y casi pierde la vida porque la chica
al igual que su novio que no era mi ex esposo pensaba que este tenía dinero
guardado.
Recuerdo que mi ex esposo llego a casa descalzo, ropa sucia
y lleno tizna, y mi corazón se puso pequeñito lleno de tristeza la verlo de esa
manera, por lo que le lavé la ropa mientras él ponía la denuncia contra su
propia novia y él a ver que le lavé la ropa me dijo “no vuelvas hacer nada para
mí, porque no sabes lo que te voy hacer” y vi en sus ojos mucha ira que nunca
más hice algo a su favor.
Sin embargo, durante el tiempo de la cuarentena de la
pandemia y después de haber pasado por lo que pasó, y aún cuando ya se
encontraba solo pues comenzó aportar dinero a la casa, después que me abrí
camino y comencé a salir adelante por mis propios medios y sin su ayuda.
Comenzó a comprar comida, con el negocio que él y yo
forjamos con tantos esfuerzos, pero que él nunca reconoció que a mi me
pertenecía la mitad de las ganancias, y que yo de alguna forma renuncié a ese
derecho, con la finalidad de que le traspasara ese negocio a mis hijos, pero
que él nunca tampoco le dio beneficio a mis hijos.
Lo cierto es que compraba comida con el fruto de nuestro
propio negocio, y era solo eso y siempre fue así, solo comida, obviando la
educación, salud, vestidura y recreación; y en cuanto a mi solo, pues nada de
beneficio.
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