MI RÉPLICA

En unas de mis publicaciones les había escrito que mi gran defecto es mirar a los ojos fijamente a las personas, así sea el sexo que sea, y peor aún por instantes imagino sus vidas entera de acuerdo a la apariencia y lo que revela su mirada

algunas vez, tengo la razón y otras no, pero me ayudan a escribir mis historias. Así como también me ha traído muchos problemas, en varias ocasiones los hombre han confundido el mirar a los ojos como coqueteo y en mujeres que la critico. Me han enfrentado por lo que aprendí a disimular para no causar problemas.

Hoy me preguntan el porqué me paré ayudar a esa mujer que a lo mejor tenía tuberculosis y que a lo mejor me pudo haber contaminado. Pero cuando iba de camino la miré a los ojos, ella también me miró fijamente, la quise esquivar pero no pude. Creo que por eso que ella me pidió que la ayudara. Desde lejos la había visto sentada y gente pasando junto a ella pero nos miramos y nuestras vidas se cruzaron la primera y última vez, ella lloró como nunca la perdida de su mamá y yo solo la consolé.

Como les había dicho, seguí adelante, sin pararme pero a los diez pasos me paré, no se si fue el temor a Dios o el que alguna vez me encontrara en su posición y no recibiera ninguna ayuda, pues, lo cierto es que tenía que ayudarla.

Fue un riesgo que corrí y la verdad es que no me siento mal. No me arrepiento de nada. También les había dicho que pensé que me iba atracar pero a la vez la tristeza la embargaba. 

En ocasiones, como en los microbuses veo a muchas personas que piden dinero, algunas les doy y a otras no, pero son sus miradas quienes las delatan, son sus pupilas, sus historias que se revelan a través de sus gestos y la forma que se expresan. 

Lamento no haberla ayudado más. Que Dios le de fuerza y voluntad para superar su perdida.

Escribe Hogareña