Nada de sorpresa... nada nuevo, todos lo sabíamos. Es por eso que ayer mientras las pocas personas iban a votar, en las casas habían otras que ya planeado hacían sus maletas para irse del país.
Cualquier país es mejor que Venezuela, es lo que se les oían decir. Hoy rumbo al extranjero, a donde sea.
Y los que nos quedamos en el país, dispuesto y preparados para lo que se nos viene encima, desde pasar hambre hasta defender nuestras casas por la delincuencia que se está desatando.
Es una guerra entre nosotros mismo. En busca de alimentos, medicinas, calzados y defendernos de los que se quieran de aprovechar de nosotros.
Ya no contamos ni con el "milagro de Dios" y mucho menos con las "esperanzas" parecen que está más lejos de lo que esperábamos.
Así pensamos el pueblo, cada mujer en el hogar, que nunca pensó irse a la minas para trabajar de lo que sea y dejar a sus hijos solos en las casas a riesgo a cualquier situación.
El hombre impotente porque no le alcanza las horas para seguir trabajando y ganar un poco más dinero para llevar la comida a su hogar y que aún así solo alcanza para comprar un kilo de arroz.
Los niños dejan sus estudios para pedir en las calles, otros barrer patio y peor aún aprendiendo cosas de alguien más, que sus padres jamás le enseñaría.
Escribe Hogareña
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