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CORRER EL RIESGO
El niño que ya no era niño sino un joven de quince años, seguía
estudiando con mucho esfuerzo y sacrificio él solo, con la ayuda de doñita,
podía verlo bajo la mata de mango con su cuaderno y la doña sin entender una
palabra lo apoyaba. Pero ese apoyo pronto se terminaría, la doña se murió, qué
tristeza, nadie lloró tanto por la doña que el joven que ya no tenía más nadie.
Su única esperanza se había marchado sin querer. Al poco tiempo los estudios
dejó. Y deambulando de un lado a otro, en la calle y avenida un muchacho se le
acercó ofreciéndole lo que nadie se atrevió, un poco de poder entre los centros
comerciales y la buena vida, después a una familia formó, una gran familia de
mafioso. El joven había cambiado su aspecto, la inocencia se quedó enterrada
con la doñita. Muchos carros robó y desmanteló, se topó con muchos abogados,
doctores, policías mafiosos también (si es verdad hay muchos profesionales
metidos en la delincuencia y distorsión a la humanidad), y al verse invencible
duplicó su apuesta. A grandes empresas, más carros lujosos, drogas, mujeres y
miles de cosas. Un día lo agarraron y a la cárcel fue a parar.
Escribe Hogareña
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