EL CIELO Y EL INFIERNO

Por alguna razón recordaba a una mujer de carácter fuerte, más bien rudo. No esperaba dos veces para decir las cosas sea como sea. Sin ni siquiera pensar el daño que podía causar. En ciertas ocasiones la envidié porque deseé tener esa fuerza para decirle unas cuantas verdades a quien fuera. Por la simple razón que siempre he soportados en silencio las ganas de gritar sin que me quede nada por dentro.

Y hoy, especialmente hoy la veo como un conejito asustada, derrotada, aquellas agallas que la caracterizó se esfumó en un santiamén. Ni una amiga a su alrededor para consolarla porque todas aquellas personas que se le acercó una vez, ella siempre salía imponente.

He aprendido que no tenía nada que envidiar por el simple hecho que a veces tenemos que callar, pensar recapacitar y luego hablar, sin tener que humillar y degradar a nadie.

Sentí lástima porque cuando yo estoy triste siempre tengo alguien que me consuele y ella a nadie, ni siquiera yo, no porque yo no quiera, sino porque la barrera que hay entre las dos es más grande que el orgullo o ser humilde. Cómo haría para acercarme si está escondida en creerse invencible. Las mujeres la veían y se reían, otras la ignoraban y ella conversaban su desdicha a una persona que no tiene nada que ver con ella, mientras yo solo imagino ponerme en sus zapatos y la desdicha que siente en este momento y solo me queda decir “el cielo y el infierno está aquí en la misma tierra”. Lo bueno y malo, la verdes y las maduras nos las comemos en la tierra, todo pasa, solo los buenos momentos y conservar las amistades nos ayuda a seguir adelante.

Escribe Hogareña

PERDER EL AGUANTE

En algunas ocasiones  y por cualquier razón la persona que tú crees que más te ama y la que tú ama también hiere tus sentimientos. Es alguna palabra la que te hace sentir miserable  pero tan miserable que se te hace un nudo en la garganta, después arranca a llorar como un niño y quisiera que la tierra se abriera para enterrarte allí.  

Sin embargo aguanta los insultos, quizás las benditas humillaciones una y otra vez, hasta llegar en un punto que revientas de mucha ira y empiezas a decir miles y miles de palabras a la otra persona hasta verla ponerse chiquitica, y lo peor que la otra persona se te queda mirando asombrado porque nunca pensó que tú reaccionarias de esa forma. Luego de un rato cuando pasa todo, los insultos el rencor que lleva por dentro y todas esas cosas que se venían arrastrando desde hace tiempo sientes un alivio y te felicita a ti mismo.

A veces volvemos a sentirnos miserable porque herimos a ese ser amado que no se merecía tantos insultos, es el arrepentimiento que es más fuerte que la satisfacción, pero como dejar que te sigan humillando, de alguna forma tienes que poner en su lugar a quien se debe.

Son las discusiones con la pareja, un hijo, hermano, mamá, amiga acompañados de buenos momentos y que se convierten en discusiones por cualquier cosa, nada imposible, todo se soluciona, sin poder evitar las diferencias y seguir amándonos.

Escribe Hogareña

A QUIEN LE GUSTA LEER “VI”

Gabriel García Márquez unos de los mejores escritores de Latinoamérica y del mundo entero. La primera novela que leí fue “Cien años de soledad” y quien no ha leído dicha novela, si lo manda a leer en la escuela. Bueno la primera vez que la leí no la entendí, por lo que la tuve que leer tres veces y lo que más he lamentado en toda mi vida es perder ese libro en un viaje. Aunque la he hojeado en otras ocasiones en otras impresiones pero nada es igual, a ese libro que me regaló mi padre, además que tenía el olor a mi perfume favorito y todas esas marcas que una vez hice para identificarme. Lo cierto es que desde que la leí me inspiró muchísimo, hasta escribí algunas cosas, quizás que ni yo misma entendía, pues a esa edad nadie quiere ser escritor porque no es lo que te enseñan, cuando estás joven siempre te dicen que si quiere ser abogado, médico, ingeniero, contador menos escritor, nada de eso.

Y lo hace peor cuando vemos a muchos niños (as) que quieren ser bailarina, actriz, modelo, cantante, futbolista, policía y nada que ver con escribir, y para qué, si los escritores están escondidos en cuatro paredes. Una vez leí el artículo de una amiga que decía, “todavía se cree que los escritores pasan años y años escondidos detrás de cuatro paredes  para poder escribir una novela, ahora con la tecnología en que vivimos solo pasan unas dos horas al día, dependiendo lo que inspire” pero en donde están los escritores entonces. Bueno, lo cierto es que esa fama la lleva por dentro sin que nadie se entere “son humilde quizás” o es que no le da tiempo de ser un poco vanidoso. A veces es necesario ser como Carolina Herrera porque la gente más humilde la conocen y saben cuál es la última moda, o como el animador de don Francisco, todos los niños quieren ser como él, más bien las niñas les gustaría ser como “Shakira” y hasta bailan como ella, o como los futbolistas Ronaldo y Messi, a todos les gusta a esos personajes que lo pueden vivir en el día a día.

Pero quien de los niños les gustaría imitar a Gabo, a Isabela Yendez, oaquí en mi ciudad Francisco Arevalo o al cronista y escritor Américo Fernández,tal vez a ese escritor alguna vez escuchado en las novelas de Leonardo Padrón¡qué niños les gustaría seguir sus pasos!

Solamente a los que los padres les han inculcado la lectura y escritura por que ellos también son escritores o simplemente porque se preocupan por sus hijos, pero aquellos padres que no se dan cuenta de nada porque lamentablemente no es su mundo, es por eso que digo que los escritores también deben salir a las calles para el que mundo los conozcan, basta de estar encerrado. Y que no solo sean conocidos después que estén muertos, sino llevar ese aprendizaje a los niños y ayudar a muchas personas con su vida propia. Salgan de su confort, de las cuatros paredes, del café de la esquina y de las bibliotecas. Me da risa cuando veo algunos escritores famosos (pero cuando digo famoso es porque solamente los adultos los conocen) que solamente se le ven la cara cuando van a lanzar al mercado un libro o alguna entrevista lejana que se le ocurre algún periodista, de resto no se les ve la cara por ningún lado.

Escribe Hogareña

A QUIEN LE GUSTA LEER “V”

Lo que más me molesta es que existen grandes escritores famosos y con mucho talento, que están escondidos para que nadie los veas, será que tienen miedo del mundo o más bien que se las pasa escribiendo, escribiendo y escribiendo todo el día. Deberían salir a las calles y aportar su granito de arena a la humanidad no solo con su talento sino también ayudar a las nuevas generaciones que florezcan su talento.

Que dejen de ser egoístas porque el verdadero regalo que le puede tributara la humanidad no es solo escribir cientos de libros y salir por todos lados con sus reflexiones y todas esas cosas que piensa, sino ayudar, quizás con su presencia o con su ejemplo en carne propia, más bien, que los demás los palpen y sepan que no es una imaginación o un protagonista de una de sus historia sino una persona que siente y padece igual que todos los seres humanos.

No aquellos escritores que se enorgullezca por sus riquezas hechas por escribir, no aquellos que se sienta de superior intelecto que los demás, sino que se acerquen a los niños de cualquier escuela y les enseñe la mejor forma de aprender un cuestionario sin tener que memorizarlo.

Quienes los han hecho, si ustedes conocen alguno que  me avisan, quiero saberlo. Quisiera saben que un escritor haya hecho feliz a una persona, que le haya sacado una sonrisa a un niño.

Escribe Hogareña

A QUIEN LE GUSTA LEER “IV”

Es difícil empezar a leer, pero después que se empieza lo demás es más fácil, un artículo al día, luego dos, tres y por último todos los periódicos habido por haber. Más adelante un buen libro, una novela quizás, poemas, relatos hasta libros de matemática y física aunque no sepamos de Newton y Einstein, pero sus experimentos y conclusiones con sus fórmulas y exposiciones son emocionantes. Así como la filosofía misma, de ser o no ser, cual es la razón, el yo, lo supremo, mi verdad no es tu verdad, quien tiene la verdad absoluta. Cuáles son los escritores de la actualidad, el periodista tal, el escrito reconocido aquel, pero a quien le importa, es animarse a escribir también, porque no, quien te detendría, una carta de amor, amistad, un recuerdo, una dedicatoria y hasta un libro porque no, quien te detiene, es fácil, lo más difícil es empezar y el empezar es ahora porque no, avísame si quieres escribir soy novata también apenas estoy aprendiendo y quizás también publique tus ideas porque no, nadie te lo impide, a lo mejor también tengas tu Blogger, a lo mejor te paguen por escribir cualquier cosa porque no.

Hay personas que estudian letra y arte, pues yo no pude estudiarlas y aquí estoy, aunque no tengo un título pegado en la pared de escritora ni mucho menos he publicado un libro pero tengo las ganas de escribir porque no, nadie me detiene.

  Escribe Hogareña

A QUIEN LE GUSTA LEER “III”

Me he encontrado a muchas personas que leen uno, dos o tres libros, enriqueciendo su vocabularios con palabras extrañas que ni siquiera ellos mismos las entienden, y lo cierto es que la metodología funciona en las personas que las escuchas, entonces dicen “qué persona tan letrada, se merece respeto y veneración”, luego se les arrodillan sumisos cumpliendo sus deseos. Y el problema es que la persona que son más engañados, por no decir que se hacen llamar “jala mecate” vulgarmente hablando.

Es el caso, cuando lo vivimos en carne propia de un hombre que leyó bastante libros de historias, los libros marxicismo, leninismo, los pensamientos de Hitler, luter filosofando por todos lados, la revolución del mundo, el socialismo, capitalismo, la época de la colonia en América y de nuestro país, nuestro libertador y demás libertadores, y todo aquellos libros que se le atravesara por el medio que enriquecía su interés.

Muchos cayeron por su lenguaje errático pero para el pueblo no fue así, más bien era más que el propio Jesucristo. En sus historias contadas que eran más que engaños, es decir, mitad verdad y otra mentira. Bueno mientras los grandes historiares de la actualidad decían no es así, le pueblo caían arrodillados a sus pies no solamente por su liderazgo sino por la forma de hablar y más que eso eran por los cuentos y más cuentos. 

A mucha gente se le podía oír en las calles “este hombre si sabe”, claro que sabe amigos, porque leía mucho, y como sabía que este pueblo no le gusta leer, fue fácil engañar, engañar, engañar. Pues salimos perdiendo por la ignorancia por no saber leer, aunque sea la historia de Venezuela, por no leer la historia del socialismo del mundo y como ha fracaso reiteradas de veces, que nunca ha funcionado, que el capitalismo no es tan malo pero tampoco es tan bueno, pero se vive mejor, el porqué otros países que viven el socialismo siempre su pueblo pasa hambre.

Aquel verdugo que tanto se alabó por muchos años, ahora lo maldicen, porque estamos viviendo las consecuencias de nuestros errores de ser ignorante, por no leer.

Recuerdo de aquellos cuentos que echaba por cadena de televisión, hablando de la gestión de los ex presidentes de Venezuela; fueron pisoteando sin compasión y aquellas historias del mismo libertador fue transformada en algo que no pasó. Muchas veces escuché discutir en el café de la esquina a muchos profesores de historia sobre las barbaridades expuesta por este líder popular, entonces llegué a pensar “si el pueblo supiera la verdad”.  

Para que dejemos de ser engañados es necesario leer, leer y más leer, siempre un libro para todos lados y sobre todas las cosas ser críticos, hablar sobre nuestro punto de vista guste a quien le guste. Les recuerdo que no todo libro es bueno, porque también hay libros que son malos. Lo mejor es empezar con los periódicos, la sección de opinión, enriquece el vocabulario y sabemos lo que piensas otros autores, sus planteamientos y no estamos “tan caído de la mata” cuando alguien venga con cuentos chimbos.

Escribe Hogareña

A QUIEN LE GUSTA LEER "II"

Hace unos días escribí un cuento de quince páginas  y como quería saber la opinión de una segunda persona saqué varias copias y las entregué a personas muy allegas a mí, la subdirectora de la escuela, una maestra, otra maestra, bibliotecaria, a mi hermana, una prima. Dejé pasar dos días luego regresé para saber su opinión y la subdirectora me dijo:

-          No me dio tiempo, ya sabes que tengo mucho trabajo…

Parece que miró mi rostro entristecido, por lo que agregó:

-          Vamos Dailet, de verdad disculpa no me puedo comprometer, pero dáselo a directora a ella si le gusta leer…

Después de un rato fui a la maestra, a quien la había visto pasear por los pasillos con mi cuento de un lado a otro, y finalmente entró al salón de computación por lo que me animó a preguntarle:

-          Bueno amiga, está muy bonito tu cuento, tu si escribe bonito, y esas palabras extrañas no las entiendo pero de verdad que me gustó.

-          Y que fue lo que más te gustó…

-          Me gustó cuando ella se le queda mirando a los ojos…

-          Y que más…

-          Qué más quiere que te diga, si tú fuiste la que lo escribiste… disculpa vale no lo terminé de leerlo…

Ya sabía que no lo había leído, parecía confundida y asustada por mi interrogación. Regresé a la persona que no me decepcionaría, la bibliotecaria.

-          ¡Ah! aquí está… no lo pude leer, ya yo no estoy para eso… si quiere me lo dejas para ver si me da tiempo de leerlo esta noche, pero esta vista siempre me falla…

Ya muy decepcionada presentí la respuesta de la otra maestra:

-          Hay amiga, no lo leí pero se lo di a mi hijo para que lo leyera… mañana te lo entrego…

Me llené de impotencia y de mucha rabia, que personas que yo pensé que se dedicaban a la lectura, no era más que una falsa. A las que yo admiraba, no era más que una careta. Pero como todavía me faltaba la prima:

-          Hola prima, mira si lo leí, me gustó muchísimo pero tuve que tener un diccionario aquí a mi lado para poder entender algunas palabras, bueno tengo que leerlo otra vez me quedé enamorada del muchacho, es el mismo muchacho que yo quiero para mí.

Eso me animó mucho, hasta pensé de tenerla como musa, pero a decir verdad es que ella es una jovencita que apenas conoce de cuentos con sus coherencia, léxico, gramática y todas cosas que se necesitan para una historia perfecta. Pero mi hermana, quien trabaja para una empresa grande, por turno y la que no tiene tiempo ni para ir al baño, lo leyó y rayó todas las hojas con error es que había cometido, mi hermana hizo lo que tanto necesitaba pero como vive en otra ciudad es imposible tenerla como musa y aunque el cuento quedó como quería,yo me quedé sin musa.

Pero me entristece más que muchas personas profesionales o no, ni siquiera se tomen aunque sea quince minutos para dedicarle a la lectura. Es gracioso, verlos comprar el periódico e inmediatamente ubican la sección de suceso, es lo único que les llama la atención, será por las fotografías o por las narraciones tan crueles con que suceden los hechos. Ahora, también leen los recordatorios de personas que han fallecidos y sus familiares ponen avisos de misa o expresan sus sentimientos por ese ser querido. Y sin mencionar la sección de el horóscopo, loterías o juegos de azar. 

Escribe Hogareña

A QUIEN LE GUSTA LEER “I”

La prima Janni me enseñó a leer, claro a veces mamá también me ayudaba con la lectura, pero fui yo quien tomó las riendas y decidí juntar aquellas palabras  que me ayudaron a forman oraciones para después disfrutar de la lectura, libros tras libros y todo lo que se me atravesara. Mi padre por un lado llegaba del trabajo con un periódico bajo del brazo y en el patio se sentaba a leer cada artículo. Y yo al lado de él también agarraba una parte para ver que conseguía. Pero nada aprendía porque esas palabras eran muy difíciles. Había acabado de leer todos los libros de cuentos que se hallaban en la casa y mis padres nunca se dieron cuenta de la habilidad que tenía para leer, luego, cuando escribí mi primer cuento a los siete años, recuerdo que era de dragones de cinco cabezas que volaban entre las nubes y eran mis amigos, pues, se los enseñé y ni caso me hicieron. Así fui creciendo entre un grupo familiar en donde nadie leía ni escribía con fervor, solo yo, la diferente de todos, la que nunca encajó, siempre en las nubes soñando tonterías. Pero eso no me detuvo seguir escribiendo, aunque escribía cosas de juegos, nada en serio.

Mi madre en su quehaceres diario, cinco hijos que atender, a la abuela, la casa y que todo marchara bien, mi padre en el trabajo, el llegar a casa cansado y disfrutar en su tiempo libre el jugar de dominó y truco. Hasta que se divorciaron y fue lo peor que me pasó en la vida, mi mundo mágico se convirtió en desastre. Sino hasta en la adolescencia cuando volví a escribir. Aunque papá durante muchos años me estuvo abarrotando de caligrafía día tras días y porque la tenía muy fea “tú si escribe feo, hazlo otra vez” me decía, borraba la caligrafía y empezaba otra vez, cuadernos de caligrafía como Josefina, Izquierdo y otros que no recuerdo, desde la una hasta cinco o seis parte, una y otra vez. Me sirvió tanto que puedo hacer las letras de cualquier forma, de cualquier persona, las imito, gracias a papá.  Volví a escribir a los catorce años en un diario que me regaló Janni, luego mamá y cuando los terminé, empecé las libretas, todas aquellas que conseguía.

A los dieciséis le escribí una carta a una amiga, súper larga por la muerte de su madre pero que nunca la llevé porque en ese momento cayó un palo de agua dejándome varada en la casa.

Otra carta, de muchos sentimientos y emociones, entré como laico consagrada de la iglesia católica para ser misionera, y la vida allí fue tan dura que cada día de mi vida escribía para desahogarme o quizás salir del mundo real, doce libretas por dos años y medios, y cuando no pude más, decidí regresar a casa. Nadie las leyó ni siquiera mis hermanas, ni una palabra. Al cabo de unos años cuando volví a leer todas mis libretas las quemé por consejo de alguien y que ahora me arrepiento.

Estando con los misioneros leí cuentos tras cuentos a escondidas porque no estaban permitidos, sólo leer historias de los santos y de la vida misionera, pero como era una biblioteca tan grande aproveché leer y leer en las madrugadas.

Solo una amiga, mi mejor amiga, a la que nunca la he visto más porque se fue a estudiar a otro estado, fue la que apoyó y me escribo varios poemas y cuentos, y leyó lo que yo escribía.

Seguí leyendo cuentos y novelas, todas las que conseguía y que pedí prestado a todo el mundo. Estudié publicidad a la que me ayudó adentrarme un poco a la vida de los autores de libros.

Al casarme volví a escribir, mi esposo me ha apoyado en esto, a mis hijos cuando nacieron les escribí su álbum a cada uno, y cambié un poco las libretas por el ordenador. Más tarde decidí competir en cuentos, durante cuatro años lo he realizado, pero es que tengo que mejorar el léxico, gramática y coherencia. Hace poco descubrí ésta vía, en donde cientos de personas han leído mi blogger y es un orgullo para mí que esas palabras no vayan a terminar en mí, nada más o a lo mejor más adelante puedan ser quemadas, sino que están ustedes allí esperando que yo escriba para ustedes leer lo que pienso. Aunque todavía sigo escribiendo en mi libreta solo aquellos cuentos que se postulan a competir en cualquier concurso pero es aquí en donde soy libre y escribo lo que pienso y siento.

Escribe Hogareña

QUEDARME SIN HACER NADA

Hoy es uno de esos días que no quiero hacer nada, solo quedarme en la cama acostada mirando el techo en un punto fijo, a lo mejor, mirar las agujas del reloj y ver cómo pasa el tiempo al frente de mis ojos. Dejar que los demás hagan su trabajo y que el mundo siga su curso sin mí.

Aún cuando me siento culpable por no hacer nada me recuesto en el espaldar de la cama y los niños se montan a la cama colmándome de tiernos abrazos. Y es que debo levantarme de una vez, y dejar de mirar el techo como escape a la realidad. Es el cansancio acuesta de una semana de cola en cola, es el ajetreo de un lado a otro, es el bullicio del gentío, son las groserías y peleas de todos, y el sol golpeando nuestro cuerpo.

Ayer estaba en la cola de la farmacia para comprar la medicina del asma, y una señora entró quejándose del comercio del chino por vender un frasco de champú a precios elevados, y decía:

−        Es el gobierno el culpable de toda esta situación… hasta cuándo vamos a seguir dejando…

En eso un señor exclamó en voz fuerte y con ganas de comerse a la pobre doña:

−        ¡Qué vaina es esa de estar echándole todo el tiempo la culpa al gobierno… ellos no tienen la culpa de nada…

La señora se asustó muchísimo pudo ver la ira del hombre recaer sobre ella, por lo que se calló y se machó a un lado, mientras seguía hablando como loca. Los demás se quedaron callados y yo miré al señor sin decir una palabra sólo pensé “crea fama y échate a dormir”, en ese silencio flotaba el cansancio de varios días de escuchar gente quejándose de la mala situación del país. Ahora estamos iguales, a la par, mitad y mitad, y cada día se nota en la calle la inconformidad de quienes dirigen el país. Ya no es como hace años que hablar mal del gobierno era un sacrilegio, un pecado que tenía que pagar por el desprecio. Esta vez era el señor a quienes todos miraban de reojos.

Y al final del día quedo fastidiada de escuchar las opiniones de muchísima gente a favor y en contra de la gestión de los líderes de nuestro país. “Nadie confía en nadie porque muchas veces fuimos traicionados, entonces porqué creer ahora, yo no lo creo en ese diálogo es otro engaño” decían un grupo de señores mientras tomaba una taza de café en la panadería de la redoma.

“No vamos a dejar que la oposición nos quite lo que tanto esfuerzo no has costado, la lucha empieza ahora, que se vayan para los gringos”, “eso no son estudiantes son malandros” decía otra señora, después fue buchada por mujeres quienes dijeron que esos estudiantes eran sus hijos.

Escribe Hogareña

DESDE HACE RATO NO HAY ECONOMÍA

Pasarán muchos años y años para que la economía del país se vuelva a estabilizar, estamos hundido en un hoyo sin fondo que parece increíble lo que estamos viviendo. Si mis abuelos supieran lo que está sucediendo en este momento en el país jamás lo creerían. Y ojalá que mis hijos puedan disfrutar un poco de esa paz que mis padres vivieron una vez y que yo conocí un poquito. Quizás sean mis nietos los que disfruten y saboreen la tranquilidad que mis abuelos nos contaron.

Sentarse en los atardeceres en la plaza Bolívar, bailar hasta el amanecer en casa de Blanca, jugar dominó bajo la mata de mango, ir al cine sin miedo de que le pueda suceder algo malo y si nos da la gana de comprar una catalina en la bodega de la esquina la consigamos.

Eso sí; si se cambiara el sistema de la economía en este momento, serían nuestros bisnietos los que disfrutarían. Estamos tan mal que no es fácil recuperar todo lo destruido por tanto tiempo. El esfuerzo de muchos hombres y mujeres fueron pisoteados como si nada. Como si no valiera ni un centavo, y con ello arrastró al pueblo incrédulo e hipnotizado por todos esos cuentos que le echaron alguna vez. Y que ahora, que abrieron los ojos se dieron cuenta que fueron engañados una y otra vez, pero lo más triste que ya es tarde, ya el mal está hecho, y por más que tratemos de salvarnos costará muchísimo.

Da lástima ver grandes empresas como Alcasa, Venalum, Sidor, pdvsa y otras que dependía de ellas destruidas, sin nada por sus alrededores. Las queseras, procesadoras de maíz y trigo, lecheras llenas de gusanos. El sesenta por ciento de los servicios públicos de cubanos y el ochenta y cinco por ciento de los comercios de chinos. Todos los sectores de minerías aglomerados de chinos y los venezolanos desempleados desde médicos hasta zapateros. Todos desempleados donde quiera vendiendo cualquier cosa para llevar el pan a su familia y otros se ocupan de estafas a los más débiles, nos estamos matando unos a los otros. El cambio del dólar que nadie conocía ahora hasta el más humilde lo sabe, y está consciente cuánto lo perjudica. Mujeres con sus niños en las calles pidiendo dinero y nadie confía en nadie.

Escribe Hogareña

MARCADOR TINTA NEGRO, AZUL Y VERDE

Mis brazos marcados en distintos colores, el negro para la harina, el azul para el aceite y el verde para el café. ¡Qué orgullo llevamos las mujeres esos números por largo rato y lo defendimos con nuestra propia vida si es posible. Claro después de todo es el símbolo antes o después de comprar lo llevamos por doquier pareciendo animal errado. Dueño de alguien o algo, dueño de las colas o más bien presos, metidos en la cárcel, a un régimen. Como la época de Hittler, para después ser quemados en las calderas sin ni siquiera saberlo. Se nos fue el dinero en tres cosas y ahora cómo vamos hacer para comprar crema dental o jabón de baño que también está escaso.

Solamente nos queda esperar la otra quincena mientras tantos alargar lo poco que tenemos. Lo cierto es que mientras yo me lamento por mi desdicha, y hablando con una muchacha de ojos café y piel blanca quien llevaba a su lado una niña de tres añitos más o menos.

−        Es que no sé en donde se va a vender la leche… no he escuchado nada – le dije.

−        Hay señora, entonces como hago, mi hija ya no sabe lo que es leche, ella no tiene la culpa, me siento muy mal por eso, no he podido conseguirla y siento que soy una mala madre…

Suspiró lentamente y su mirada perdida en el rostro de la niña me hizo sentir miserable, entonces pensé ¿Cuál es la paz que quiere el gobierno? ¿Cuál es la paz que ellos desean?, que asco toda esta política… y me respondí “es la paz del bienestar de ellos mismos, que les importa a ellos si el pueblo se está muriendo de miseria, mientras ellos son felices en sus casotas, carrotes y comida por doquier, viajar a cualquier parte del mundo cuando le da la gana y humillar al pueblo cuando quiere, que les importa a ellos que esta niña no tenga su leche en la mesa cada mañana, que les importa que se muera la gente por falta de medicina, que les importa los que han muerto en una bendita cola, que les importa que la gente se peleen un papel sanitario, que les importa que muchas de nosotras nos han robado en una cola, que les importa que no podamos llevar a los niños a la escuela por hacer cola, que les importa que después de tanto hacer cola nos digan que se acabó los alimentos, que les importa que muchas madres no tenemos que darle de comer a nuestros hijos.

Necesitamos a la Venezuela de antes, necesitamos la inversión extrajera, no esas empresas fantasma del gobierno sino inversionista reales, necesitamos a los venezolanos que se han ido a otros países, necesitamos que el gobierno deja de mantener políticas de otros países y que se preocupe por el pueblo y por los niños que se le avecinan un futuro incierto.

 Escribe Hogareña

DETRÁS Y DELANTE DE MÍ EN LA COLA

La señora emocionada al frente con sus cuentos de cuando trabajaba de cocinera en unos de los restaurantes más famosos de la ciudad, y cuál es el secreto del pasticho le pregunté:

−        Mucho orégano amiguita – me decía al momento de sacar el pañuelo y pasárselo por la frente.

La señora detrás, muy amorosa, abrazada con la pareja. Se daban besos y besos a pesar que el sol y calor nos azotaba en la inclemencia, pues era feliz.
Y yo allí con los niños fastidiados caminando de un lado a otro queriendo regresar a casa. Mucha gente hacía que estuviéramos espabilados, más bien vigilantes de que nadie se coleara. En la entrada del comercio la aglomeración de gente esperando quizás el descuido de alguno para poder pasar y evitar las colas. Una señora muy bien vestida entaconada, se acerca muy glamurosa y nos pregunta:

−        ¡Buenos días! ¿Qué están vendiendo?

−        Harina, harina, harina… −se oyó una voz tras otras como ecos.

Pude ver el brillo de sus ojos en el entusiasmo, luego agregó:

−        ¡Verdad! Bueno yo solo quiero una… voy a pasar, disculpe…

Se terció la cartera y dio dos pasos.

−        Un momento… –gritó la morena robusta del frente –tú no eres más que nosotras, para allá atrás hacer la cola…

La mujer vuelve la mirada hacia la cola que recorre dos cuadras y medias.

−        Amiga yo solo quiero una sola bolsita.

Dio dos pasos.

−        Oye amiga, nosotras estamos aquí desde las cuatro de la mañana, vamos amiga… para allá atrás hacer la cola.

−        Es que yo trabajo en la gobernación… y no me da tiempo…

−        Vamos hacer la cola, fuera, yo soy abogada, mi amiga aquí es enfermera, y la otra profesora…

Un señor que estaba recostado en la pared agregó:

−        Yo soy policía…

−        ¡Ah! si no puedo comprar una entonces me voy, en qué país estamos viviendo que hasta la amabilidad y los buenos modales se han perdido… que les cuesta a ustedes… solo quería...

−        Hacer la cola, para atrás, fuera, fuera, fuera, la cola, la cola… −gritaban las mujeres.

Apenada la mujer se fue sin poder hacer nada, también tendrá que acomodar sus zapatos deportivos para hacer cola.

Cuando faltaban dos personas para pasar a comprar, llegaron cuatro motos de la guardia nacional. De pronto un guardia mandó hace otra cola, mientras dos de ellos se adentraron a las oficinas del comercio. A la media hora salieron cada uno de ellos con una bolsa de harina. Y a pesar de la gritería de la gente y reclamos, nadie pudo hacer nada. Solo nos quedamos allí en la impotencia ante la injusticia y abuso de la autoridad.

Escribe Hogareña