_¡Vete pa`ya muchacho, hace calor!
Dice la mamá a su hijo quien busca mimo y se acurruca entre sus brazos. El muchacho un poco desorientado sigue sentado en las piernas de esta.
Después del almuerzo. Todos están sentados, bajo los árboles de mangos para escuchar los cuentos de los más viejos. Siempre está el vecino que su rostro jovial, proclama versos y prosas a los presentes.
Antes de ir a recoger el ganado echan el último juego de cartas. Llega el atardecer sin previo aviso. Los perros comienzan a latir a los extraños. Son los vecinos más cercanos que se reúnen hasta el anochecer.
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