Escribe Hogareña

La casa llena de cucarachas y hormigas, ¡qué rabia! no hay insecticida en ningún supermercado y tengo que recurrir a la vieja escuela. La doñas me dicen que riegue gasoil o querosen, pero las cucarachas como ya tienen inmunidad, se ríen de mí, pareciera que se levantan con sus dos paticas y me sacan sus ganchitos con sus rostros burlones. Además es un´peligro regar estos productos en la casa, ya que puede suceder un accidente.

Insoportable están las plagas, me da miedo contraer malaria, dengue (ya el zika me dio, y fue fatal, hace como seis meses y el picazón fue horrible), chicunguya o cualquier otro tipo de enfermedad. He visto muchas personas con pie de elefante, y ese parásito lo transmite los mosquitos. Para ser más clara, la plaga transmite cientos de enfermedades y eso me tiene los nervios de puntas. Por más que tome precauciones como no tener depósitos de agua en ningún lado o cerrar las puertas de la casa para que no entre los mosquitos es imposible. Es necesario fumigar, cosa que no se ha echo en muchos años por parte de éste gobierno.

Buscamos insecticidas en los comercios y no hay nada. Las doñas me dicen que queme cartón de huevo en toda la casa, concha de coco y pare de contar, pues, tendré que hacerlo.

Escribe Hogareña

¡VIVA BRASIL, COLOMBIA Y GUYANA! Nuestras fronteras...

Qué haríamos sin ellas. Gracias a estos países podemos alimentarnos. Es la triste realidad de los venezolanos.

Los medios de comunicación hablan mucho de Colombia, por la polémica que causó el presidente y por el gran tráfico de gente, entre ellas con buenas y malas intensiones.

Y es que en el otro extremo del país se encuentra Brasil y Guyana, donde los venezolanos van diariamente a comprar productos. Y en ese extremo estoy más cerca. Ya he comido harina de trigo, mantequilla, arroz brasilero.

Las empresas de estos países han aumentado su producción gracias a las medidas desastrosas de nuestro presidente, la Venezuela productiva es un desastre, los venezolanos emigran buscando alimentos y los hermanos países se benefician.

Muchos amigos se han marchado para Guyana. Si Rafi un amigo que emigró de Guyana a Venezuela y que era mi vecino, estuviera vivo, no lo creería... si él emigró hacia Venezuela indocumentado porque en su país estaba pasando hambre. Aquí en Venezuela compró dos casa, una para cada hijo y se sentaba afuera, bajo la mata de mango, después de llegar de su trabajo que era vendedor de helados "efe", hasta tenía un carro malibú. Sus hijos siguen viviendo en el mismo lugar, uno mecánico y la otra ingeniera de aduana, pues, resulta que los sueldos que ganan no les alcanzan para alimentar a sus familias, y están pensando en irse para el país donde su papá salió una vez.

Escribe Hogareña

PERDER EL AGUANTE

En algunas ocasiones y por cualquier razón la persona que tú crees que más te ama y la que tú ama también hiere tus sentimientos. Es alguna palabra la que te hace sentir miserable pero tan miserable que se te hace un nudo en la garganta, después arranca a llorar como un niño y quisiera que la tierra se abriera para enterrarte allí. Sin embargo aguanta los insultos, quizás las benditas humillaciones una y otra vez, hasta llegar en un punto que revientas de mucha ira y empiezas a decir miles y miles de palabras a la otra persona hasta verla ponerse chiquitica, y lo peor que la otra persona se te queda mirando asombrado porque nunca pensó que tú reaccionarias de esa forma. Luego de un rato cuando pasa todo, los insultos el rencor que lleva por dentro y todas esas cosas que se venían arrastrando desde hace tiempo sientes un alivio y te felicita a ti mismo. A veces volvemos a sentirnos miserable porque herimos a ese ser amado que no se merecía tantos insultos, es el arrepentimiento que es más fuerte que la satisfacción, pero como dejar que te sigan humillando, de alguna forma tienes que poner en su lugar a quien se debe. Son las discusiones con la pareja, un hijo, hermano, mamá, amiga acompañados de buenos momentos y que se convierten en discusiones por cualquier cosa, nada imposible, todo se soluciona, sin poder evitar las diferencias y seguir amándonos. Escribe Hogareña