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Como era la semana mayor, y aquí
en mi ciudad hace tremendo calor, acostumbramos salir al río, y yo a un
riachuelo, bajo la sombra y hermosos paisajes, el agua fresca sentados en la
arena, una lata de refresco y los niños chapoteando en el agua. Me acerqué a
las cuñadas de mi compadre, es una familia muy grande, cuatro hermanos,
esposas, sobrinos, hijos, y nosotros los invitados. Se acerca la hermana de mi
compadre y le dice a su cuñada, después que tenían varias horas charlando entre
risas y habladurías, que si el cabello, los zapatos y las uñas:
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhMad26azFBTUQWPKXE0ArcqTgiWVRuT3v1CxD1m1_AaJgPuyyY5sPzntQbTB8yYM_cyNvbWfCxH8q6rXajIwVyp3RJ1RQANzHBLNq9doEwCQPXj_7eVzGcPeH9ICn-rFThB-sCSAEHm60Y/s1600-rw/Img03_17-04-2014.JPG)
Todavía sin saber lo que había pasado me senté al lado de los hombres
que no hacían más que hablar de sus recuerdos de cuando eran jóvenes y cuando
me aburrí de escucharlos, decidí ir a jugar con los niños en el agua. Detrás de
mí se metió otra muchacha, madre de unos de los niños de la misma edad de mi
hijo mayor, pues hablamos de los niños, sus juegos y estudios, después de una
pausa, intercambiamos nuestros nombres, y me pareció que entramos en confianza,
y como en toda conversación hablamos de los hombres y sus mañas por lo que le
pregunté su edad y la mujer se puso fría, y sin decirme más nada se volteó y se
marchó, sólo escuche decir entre los dientes “eso no”. No sabía en qué pensar,
si ella me habló de su esposo, de sus hijos, de su casa, trabajo, hasta una
mancha que tiene entre las piernas, jamás comprendí porque se había molestado
por preguntarle su edad, entonces recordé aquellos presagios de mi abuelita
cuando decía “a las mujeres no les gusta decir la edad, es más, cuando llegan a
treinta pasan diez años cumpliendo la misma edad”. ¡Qué cosa es esa! Es verdad
lo que decía la abuela, pero a mí no gusta mentir en mi edad y mucho menos me
molesta que me la pregunten.
Gabriel García Márquez unos de los mejores escritores de Latinoamérica y
del mundo entero. La primera novela que leí fue “Cien años de soledad” y quien
no ha leído dicha novela, si lo manda a leer en la escuela. Bueno la primera
vez que la leí no la entendí, por lo que la tuve que leer tres veces y lo que
más he lamentado en toda mi vida es perder ese libro en un viaje. Aunque la he
hojeado en otras ocasiones en otras impresiones pero nada es igual, a ese libro
que me regaló mi padre, además que tenía el olor a mi perfume favorito y todas
esas marcas que una vez hice para identificarme. Lo cierto es que desde que la
leí me inspiró muchísimo, hasta escribí algunas cosas, quizás que ni yo misma
entendía, pues a esa edad nadie quiere ser escritor porque no es lo que te
enseñan, cuando estás joven siempre te dicen que si quiere ser abogado, médico,
ingeniero, contador menos escritor, nada de eso.
Y lo hace peor cuando vemos a muchos niños (as) que quieren ser
bailarina, actriz, modelo, cantante, futbolista, policía y nada que ver con
escribir, y para qué, si los escritores están escondidos en cuatro paredes. Una
vez leí el artículo de una amiga que decía, “todavía se cree que los escritores
pasan años y años escondidos detrás de cuatro paredes para poder escribir una novela, ahora con la
tecnología en que vivimos solo pasan unas dos horas al día, dependiendo lo que
inspire” pero en donde están los escritores entonces. Bueno, lo cierto es que esa
fama la lleva por dentro sin que nadie se entere “son humilde quizás” o es que
no le da tiempo de ser un poco vanidoso. A veces es necesario ser como Carolina
Herrera porque la gente más humilde la conocen y saben cuál es la última moda,
o como el animador de don Francisco, todos los niños quieren ser como él, más
bien las niñas les gustaría ser como “Shakira” y hasta bailan como ella, o como
los futbolistas Ronaldo y Messi, a todos les gusta a esos personajes que lo
pueden vivir en el día a día.
Es difícil empezar a leer, pero después que se
empieza lo demás es más fácil, un artículo al día, luego dos, tres y por último
todos los periódicos habido por haber. Más adelante un buen libro, una novela
quizás, poemas, relatos hasta libros de matemática y física aunque no sepamos
de Newton y Einstein, pero sus experimentos y conclusiones con sus fórmulas y
exposiciones son emocionantes. Así como la filosofía misma, de ser o no ser,
cual es la razón, el yo, lo supremo, mi verdad no es tu verdad, quien tiene la
verdad absoluta. Cuáles son los escritores de la actualidad, el periodista tal,
el escrito reconocido aquel, pero a quien le importa, es animarse a escribir
también, porque no, quien te detendría, una carta de amor, amistad, un
recuerdo, una dedicatoria y hasta un libro porque no, quien te detiene, es
fácil, lo más difícil es empezar y el empezar es ahora porque no, avísame si
quieres escribir soy novata también apenas estoy aprendiendo y quizás también
publique tus ideas porque no, nadie te lo impide, a lo mejor también tengas tu
Blogger, a lo mejor te paguen por escribir cualquier cosa porque no.
Es el caso, cuando lo vivimos en carne propia
de un hombre que leyó bastante libros de historias, los libros marxicismo,
leninismo, los pensamientos de Hitler, luter filosofando por todos lados, la
revolución del mundo, el socialismo, capitalismo, la época de la colonia en
América y de nuestro país, nuestro libertador y demás libertadores, y todo
aquellos libros que se le atravesara por el medio que enriquecía su interés.
A mucha gente se le podía oír en las calles
“este hombre si sabe”, claro que sabe amigos, porque leía mucho, y como sabía
que este pueblo no le gusta leer, fue fácil engañar, engañar, engañar. Pues
salimos perdiendo por la ignorancia por no saber leer, aunque sea la historia
de Venezuela, por no leer la historia del socialismo del mundo y como ha
fracaso reiteradas de veces, que nunca ha funcionado, que el capitalismo no es
tan malo pero tampoco es tan bueno, pero se vive mejor, el porqué otros países
que viven el socialismo siempre su pueblo pasa hambre.
La prima Janni me enseñó a leer, claro a veces mamá también me ayudaba
con la lectura, pero fui yo quien tomó las riendas y decidí juntar aquellas
palabras que me ayudaron a forman
oraciones para después disfrutar de la lectura, libros tras libros y todo lo
que se me atravesara. Mi padre por un lado llegaba del trabajo con un periódico
bajo del brazo y en el patio se sentaba a leer cada artículo. Y yo al lado de
él también agarraba una parte para ver que conseguía. Pero nada aprendía porque
esas palabras eran muy difíciles. Había acabado de leer todos los libros de
cuentos que se hallaban en la casa y mis padres nunca se dieron cuenta de la
habilidad que tenía para leer, luego, cuando escribí mi primer cuento a los
siete años, recuerdo que era de dragones de cinco cabezas que volaban entre las
nubes y eran mis amigos, pues, se los enseñé y ni caso me hicieron. Así fui
creciendo entre un grupo familiar en donde nadie leía ni escribía con fervor,
solo yo, la diferente de todos, la que nunca encajó, siempre en las nubes
soñando tonterías. Pero eso no me detuvo seguir escribiendo, aunque escribía
cosas de juegos, nada en serio.
Mi madre en su quehaceres diario, cinco hijos que atender, a la abuela,
la casa y que todo marchara bien, mi padre en el trabajo, el llegar a casa
cansado y disfrutar en su tiempo libre el jugar de dominó y truco. Hasta que se
divorciaron y fue lo peor que me pasó en la vida, mi mundo mágico se convirtió
en desastre. Sino hasta en la adolescencia cuando volví a escribir. Aunque papá
durante muchos años me estuvo abarrotando de caligrafía día tras días y porque
la tenía muy fea “tú si escribe feo, hazlo otra vez” me decía, borraba la
caligrafía y empezaba otra vez, cuadernos de caligrafía como Josefina,
Izquierdo y otros que no recuerdo, desde la una hasta cinco o seis parte, una y
otra vez. Me sirvió tanto que puedo hacer las letras de cualquier forma, de cualquier
persona, las imito, gracias a papá.
Volví a escribir a los catorce años en un diario que me regaló Janni,
luego mamá y cuando los terminé, empecé las libretas, todas aquellas que
conseguía.