Por estar haciendo cola he descuidado los quehaceres de la casa, la atención y educación de mis hijos, el buen ejemplo hacia ellos se quedó en el olvido cuando he tenido que correr y algunas veces discutir con la gente para que no se colee en las colas, por supuesto, las atenciones a mi esposo quedó a un lado y por sobre todas las cosas no he podido escribir ni leer mucho menos.
Aunque después de muchos extranochos, viajes a otros ciudades para conseguir leche y harina de trigo u otras cosas, con el cansancio acuesta y que tengo la nevera llena, gracias a Dios y los grandes esfuerzos, ahora solo me queda la rabia por tanto descuido en mi vida para solo conseguir la comida.
Un vacío grande cuando hasta ayer pensaba que todavía era veinticuatro de febrero, será porque desde ese días comencé hacer más colas, con la mente en blanco y sin poder pensar bien lo que pasaba a mi alrededor, es como si mi vida se hubiera detenido en un punto gris, y para mi sorpresa ya hoy es cinco de marzo.
Aún cuando escribía en mi blog, no me había dado cuenta que el tiempo estaba avanzando, si no fuera por los avisos de entregas de cuentos a lo mejor hoy pensara todavía que era veinticuatro de febrero.
Estoy más aliviada por lo menos para un mes, sin tener que hacer colas, sin embargo, tengo que estar pendiente para cualquier emergencia, así como ayudar a madre en conseguirles los alimentos.
Lo que si he comprobado una y otra vez es que los venezolanos estamos más agresivos que en diciembre, las peleas se acrecientan, más desorganización y más dispuestos a cualquier cosa, será porque hay más escases o estamos aprendiendo a sobrevivir, y que ese país alegre que éramos una vez se quedó en el olvido.
Escribe Hogareña