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DESDE EL PRINCIPIO
Comprobé que no
estaba equivocada, y sintiendo el poderío venir sobre mí, mi piel se enorgulleció,
mis cabellos estaban confiados, mis pies presumían de la gloria y pensé muchas veces jugarle una broma, pero recordé que una vez también estuve en sus
zapatos y no fue tan agradable tal encuentro, así que dejé el lápiz en el mismo
lugar, escondí el papel y me tercié el bolso, luego, me acomodé el cinturón y
salí de prisa para evitar decirle que la pura verdad no sabe nada y le falta
mucho tropiezos para aprender, además quien soy yo para arruinar el ciclo de la
vida, porque aún, si le digo algunas cosas jamás lo creería, hasta que los
errores le enseñe quien tiene la razón.
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