LUNES DE LLUVIA
Está lloviendo y la melancolía llega a mi corazón. Será porque mis recuerdos llegan a mi mente y es un sabor agridulce que conmueve mis sentidos.
Se retorna a mi infancia, donde mi familia era unida, todos juntos queriéndonos sin preocupación ni depresión. Mi madre en la cocina, en sus quehaceres cotidiano mientras veía la novela y mi padre afuera observando como jugábamos bajo la lluvia, con los niños de nuestra calle.
Era un grupo grande, de 15 a 20 niños, más o menos. Jugando "pelotica de goma" o "fusilao", generalmente era la lluvia los que nos reunía.
Después, en la noche mi madre nos sorprendía con chocolate caliente y tostada de pan. Éramos felices.
Mi hermana menor siempre se quedaba dormida en el sillón y mi padre la llevaba al cuarto, y los demás nos quedábamos contando historias reales o ficticia.
Hoy en día, mi padre no está presente, mi madre en otra ciudad, mis hermanos casados y los niños de mi calle la mayoría se fueron del país, y otros lo han matado la delincuencia.
Solo alguno de ellos también tristes, quizás con la misma nostalgia que me embarga en este momento.
Mis hijos no pueden salir a la calle a jugar bajo la lluvia, pues, las calles no son las misma de aquel tiempo cuando la comunidad eran unida y alegre.
La tristeza nos envaina, el desespero, la injusticia y sobre todo la necesidad de un mejor provenir.
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Hogareña