LOS ALEGRES DESAHUCIADOS
Esto era lo que corroía. Esta conciencia de hombre que siente el pulso de su tiempo y comprende que marcha entre condenados y que la hora de la guadaña llegará con la misma geométrica exactitud con que el inmenso océano termina al fin por engullir a las víctimas del naufragio.
Andrés Mariño-Palacios
Escribe Hogareña
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