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Al principio de cualquier
conversación se vuelven el interesante del grupo o mejor dicho el genio, y ese
es su punto de la debilidad, le gusta que los demás lo admiren, lo elogien y lo
veneren, pero entre tantas interrupciones en cada coloquio y el intelecto a
flote sin disimulo de aquel presumido, aburre a los que tienen al lado, más
bien provoca decirle –Oye tú… bueno ya sabes…. Me das flojera…. ya sé que eres
un sabiondo pero cállate por favor, también queremos decir algo, −o mejor le
decimos –Que tal hermano, donde aprendiste tantas cosas, me alegro por ti, pero
cuando quiera tu opinión yo te la pido… −y si le decimos mirándolo fijamente a
los ojos −eso, ya lo sabemos… no somos tan quedao, −o decimos solamente tres
palabras –no nos interesa−, sin embargo, nos quedamos callados en la prudencia
que nos caracteriza meditando si le damos una patada o nos damos la vuelta y dejamos
el pelero, mientras que el “guaca” por así decirle, en su vanidad sigue bla,
bla, bla, bla… y nosotros −¡ajá!, ¡está bien!, ¡qué bueno!, ¡verdad!, ¡en
serio!, ¡adiós!, y todo aquello que se nos ocurra decirle para salir del paso.
Al pasar los días cuando lo vemos venir como pavo real en el coqueteo de la faramallería
disimuladamente le damos la espalda en la elegancia de la decencia sin querer
menospreciar.
Comprobé que no
estaba equivocada, y sintiendo el poderío venir sobre mí, mi piel se enorgulleció,
mis cabellos estaban confiados, mis pies presumían de la gloria y pensé muchas veces jugarle una broma, pero recordé que una vez también estuve en sus
zapatos y no fue tan agradable tal encuentro, así que dejé el lápiz en el mismo
lugar, escondí el papel y me tercié el bolso, luego, me acomodé el cinturón y
salí de prisa para evitar decirle que la pura verdad no sabe nada y le falta
mucho tropiezos para aprender, además quien soy yo para arruinar el ciclo de la
vida, porque aún, si le digo algunas cosas jamás lo creería, hasta que los
errores le enseñe quien tiene la razón.
Lo podemos ver en la piel que se desgasta de a poquito, está
allí envejecida y muestra las huellas que hemos vivido, no se puede esconder ni
maquillar, porque siempre delatará lo que verdaderamente somos, lo que hemos
transitado, más sabios o menos cultos, siempre pasa un instante.
Como esconderse o pasar
de largo sin ser percibido, escaparse del tiempo, jamás se podría por más que
quisiera, más bien, deleitarse con intensidad, con alegría o con la tristeza a
cuesta, pero hay que vivirla como nunca,
de ella quedaran el significado por este mundo, de lo que seremos, de los que
vienen detrás de nosotros, esa herencia que recibimos de los que ya han vivido
el instante, sea como sea, el concierto de un gran artista, la novela leída, la
fama obtenida, mantener todo en orden, el estrechar de manos para obtener el
título, horas y horas de trabajo arduo, el abrazo de la familia en el año
nuevo, el caminar por el parque, el besar a quien se desea, el reír al lado de
buen un amigo, gozar de un baile, ver una película, querer estar solo… o al
contrario, cruzar la avenida nervioso, llorar por la pedida de un ser querido,
sentir que el corazón de pone chiquitico cuando no vemos salida de un problema,
la despedida de un buen amigo, ir al cementerio, ser humillado o fracasar en un
proyecto… y ese instante está allí acompañándonos sin remedio ni calmante, pero
hay que vivirla lo mejor que pueda.
Es como montarse en una
montaña rusa, en subidas, bajadas, curvas y rectas, todo pasa en un instante,
todo queda en los recuerdos, solo tuyos, de nadie más, ningún ladrón te lo
puede robar, luego, la muerte y ese instante se desaparece, pero como
apartarla a un lado, jamás lo haría, aunque ninguno en el mundo la recuerden.
Los buenos o malos
ratos vienen y van, el nacer o el morir queda atrás, la felicidad o el dolor marca un nuevo comienzo, las sonrisas o
las lágrimas lo borra todo, el amor o el odio muestra un camino, el reparar o
el desgarre de un corazón herido depende de nosotros, el risueño o melancólico
rostro da mucho que decir de ti y de mi, y el espíritu se va, el alma se
esconde y el cuerpo se desvanece como se desvanece las cenizas, sin medida, sin
sabor, en el pasado, solo quedará las enseñanzas que guardaremos con delicadeza
como si fuera una copa de cristal y quizás nadie recordará después de un tiempo
porque el artista de nuestro propio instante quedó en el olvido.
Lo que más cuido es
cometer algún error ortográfico y la coherencia de lo que se quiere transmitir,
la piel se me pone de gallina al darme cuenta del “horror” cometido en un
escrito que podría ser bellísimo, es por eso, que lo más importante para el
quien escribe es tener a mano un libro de gramática, no una gran cosa sino con un
librito pequeño basta para consultar, un diccionario que pueda despejar
cualquier duda que tengamos, yo tengo una edición del 2009 ya desgastado. Sin
embargo, se escapa de nuestras manos una gran “metía e´ pata” sin darnos
cuenta, perdiendo el léxico, la elegancia y todo aquello que con esfuerzo nos
ha costado conseguir. Yo soy una de esas que mete la pata a cada rato, es por
eso que cuando escribo dejo pasar dos días y vuelvo a leer para corregir.
Emociones encontradas,deseosa para que este momento llegara y ya llegó, es ahora, lo estoy viviendo…pasé toda la noche sin poder dormir, el día sin conciliar la paz, las veces quetraté en no pensar y pensar, volvían una ventana, otra ventana y otra más y porfin el Blogger, y aquí estoy como niño comiendo caramelos… de todo corazón comomuchacha que besa por primera vez, les doy la “BIENVENIDA”, espero que lesguste y hago reverencia a mis nuevos amigos… “BESOS”