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A mi hermana, es la mujer a quién más admiro desde hace tiempo. Se
levanta a las cuatro, se echa un baño y se pone hacer el desayuno mientras
cocina el alimentos para sus niños (los tres). Ya a las cinco y media levanta a
los niños les cepillas los dientes a cada uno los vistes, luego le da el
alimento, para luego, ella arreglarse y ponerse glamurosa para día de jornada.
Ya con la hora encima, acomoda los bolsos de los niños, con la vianda, con ropa
y libros, sin olvidar cada detalle que después pueda arrepentirse. Enciende el
carro después de revisarlo, ya los niños están en auto con el cinturón de
seguridad puestos, mientras los niños juegan que juegan.
En la casa, con el cansancio a cuesta y sin ganas de hacer nada, baña a
los niños y pone cocinar la cena y el almuerzo para día siguiente. Lava la ropa
para no acumularla, barre la casa, sacude las camas, limpia los baños y miles
de tareas más. Y todavía con una sonrisa, nadie todavía ha podido marchitar su
alegría. Quizás esta noche llegue el esposo de viaje, que a pesar de trabajar
en otra ciudad tiene otra mujer, es mi hermana, la mujer que sufre de amor,
pero no se le ve triste, y no tiene la valentía de dejar atrás esa tristeza que
la está matando de a poquito con los deseos de que ese amor retorcido vuelvo a sus
brazos.
Y así miles de mujeres admiro, que salen a la calle a trabajar con el
cuerpo, con el espíritu en sus hijos y el alma en el hogar. Mujeres que apenas
duermen cuatros horas, y que trabajan veinte, mujeres que son padres también, mujeres
que lloran en el baño para que sus hijos no las vean, mujeres que ríen por el
logro de sus hijos, mujeres que se olvidaron cómo es sentirse amada y
protegida, mujeres que luchan día a día, mujeres que dan todo por el todo,
mujeres que son más que mujeres, son el alma y la mano derecha de Dios.
A lo mejor no tienen papá, se les escapó de las manos a la mamá y los familiares, malas juntillas, la
comunidad los rechazan, les gusta que la gente les teman, y para que estudiar
si pueden conseguir dinero robando, les gusta las fiestas, salir en las noches,
tener en los bolsillos el mejor celular, una cadena en el cuellos y una pistola
en la cintura, sentirse grande cuando se drogan, y no ven otra salida sino
vivir hasta los veinte años porque llegar a veinticinco es vivir demasiado.
Escribe Hogareña
A los católicos, evangélicos, musulmanes, judíos o simplemente ateos. A
los del gobierno, posición o los que se mantienen al margen. A las feministas,
machistas, metrosexual, bisexual, homosexual o a los célibes. A las personas
solteras, casadas o los que tienen dos, tres y hasta cuatro parejas. A los
pobres, ricos o intermedios. A los humildes o vanidosos. Al que le gusta ver
televisión, dormir o correr. A los jóvenes y viejos. A los egocéntricos o sociables.
A los que les dé la gana como quieren estar… hay que respetar el pensar de los
demás, y que esos demás nos respeten a nosotros.
A veces escribo de política, otras veces reflexiono, hablo de mí y otras veces me lanzo con un cuento todo raro, así que no se extrañen, espero que les digan gustando cada cosa que se me ocurre,no es fácil ponerse a escribir, escribir y escribir y pensar, pensar y pensar,pero bueno así soy yo, que tiene algo de ustedes, espero que me sigan apoyando,colocando un seguir en mi Blogger para que me den ánimo seguir escribiendo…