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jueves, 1 de diciembre de 2022

LLEGAR A TI I

 

La calle era oscura, fría y si un alma que se pudiera percibir. Siempre cada día era lo mismo, menos este día que parecía diferente. Ni una voz, ni un carro ni un alma se visualizaba por los alrededores. Apenas se notaba desde lo lejos el humo de una chimenea en esa noche sin luna ni estrella. Las nubes parecían detenerse y solamente la sombra de aquel hombre solitario caminaba por el medio de la calle sin temor a nada.

Tenía entre ceja y ceja llegar a donde nunca nadie había llegado. No era la primera vez que caminaba por ese pueblo fantasma y tampoco sería la última vez. Tenía un propósito, más bien un juramento que debía cumplir.

Ese momento había llegado, y era el ahora. Sacó de su bolsillo una botella de licor, la destapó lentamente para luego darle un sorbo, lo detuvo entre su boca pocos segundos para finalmente tragarle mientras le quemaba la garganta. Miraba la luna, era una sobria, sin sonrisa ni destello, parecía triste, así como él se sentía en ese instante. Y esa era la razón de estar allí deambulando en la soledad.

Por fin a lo lejos miró una luz, era la primera luz de una casa que había visto. La misma luz que iluminó sus ojos y le dieron ánimo para seguir caminando de prisa. Sabía que la encontraría allí. Como lo estaba escrito en un papel. Otra vez, tendría la dicha de acariciar la larga melena a olor arándano.

Era quien le hizo la promesa, era por ella que se encontraba allí, era por ella el significado de la vida y que le hacía palpitar su corazón e involuntariamente sus manos comenzaba a temblar. Se fue acercando poco a poco mientras se acomodaba la chaqueta y se pasaba la mano por la cabeza. Ya su semblante había cambiado, así como el tiempo comenzó el tic tac del reloj pausadamente. Era Nerón quien había besado esos labios pecaminosos pero tiernos.


Dailet Butto

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